Crítica:FESTIVAL DE MÚSICA CONTEMPORÁNEA

Una mirada del mundo que todo lo abarca

Con las palabras casi becquerianas -'la mirada del mundo'- a modo de lema, ha iniciado su marcha el XVIII Festival Internacional de Alicante. Su espíritu totalizador lo define bien Fernández Guerra, director del certamen, cuando habla de una 'apuesta por la música como metáfora de un todo al que se ha hecho imposible renunciar'. En la programación de las jornadas encontramos hecho realidad ese propósito inicial y así lo subrayaron, en breves palabras de introducción, el director del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (Inaem), Andrés Amorós, y el consejero de Cultura de Al...

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Con las palabras casi becquerianas -'la mirada del mundo'- a modo de lema, ha iniciado su marcha el XVIII Festival Internacional de Alicante. Su espíritu totalizador lo define bien Fernández Guerra, director del certamen, cuando habla de una 'apuesta por la música como metáfora de un todo al que se ha hecho imposible renunciar'. En la programación de las jornadas encontramos hecho realidad ese propósito inicial y así lo subrayaron, en breves palabras de introducción, el director del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (Inaem), Andrés Amorós, y el consejero de Cultura de Alicante, Pedro Romero.

Entre los capítulos significativos cuenta la recuperación de un maestro de Alicante de talento al que muchos admiramos y quisimos: Rafael Rodríguez Albert, nacido hace un siglo, lo que permite incluirlo en la Generación del 27, que fue por cierto algo más en la historia que el denominado grupo de Madrid.

Se revisa su obra de cámara -cuartetos y quintetos- y se estrena, con cuarenta y tantos años de retraso, Estampas de Iberia, para orquesta, escrita en 1958 y afiliada a conceptos nacionalistas que en Rodríguez Albert resultan siempre distintos, matizados y lejanamente poéticos. Temas de Galicia, Castilla, Valencia y Andalucía son raíz de cuatro páginas sinfónicas íntimas y efusivas, a las que Arturo Tamayo y la Orquesta Nacional de España, supieron sacar claridad y acento evocativo.

El director madrileño recreó luego, con verdadera excelencia, al Messiaen veinteañero de Ofrendas olvidadas, que son de 1930 y revelaron la fuerte continuidad melódica y poética que volverá recurrentemente a las obras del maestro francés dentro de planteamientos y estructuras más complejas.

La artista italiana Giovanna Restano fue solista del atractivo concierto de Toshio Hasokawa (Iroshima, 1955), de honda fibra, y la jornada terminó con una obra ya de repertorio de José Luis Turina (Madrid, 1952): Fantasía sobre una Fantasía de Alonso de Mudarra, que el músico madrileño contrahizo con gran tino y sabiduría.

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