Crónica:A PIE DE PÁGINA

De la vida de las marionetas

Por qué no me dijiste desde el principio que eras casado, antes de que me enrollase contigo? Por qué tantas mentiras, tantas disculpas, tantas respuestas evasivas, sólo el número de teléfono del trabajo, no el número de teléfono de casa, el cuento ese de que vivías con tu madre, tu madre enferma y que el teléfono la irritaba, después la dolorosa historia, casi con lágrimas en los ojos

-Voy a decirte la verdad

a continuación un discurso patético

-No te dije antes la verdad por miedo a perderte

y la estratagema de una relación sin amor

-No siento nada por ella...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Por qué no me dijiste desde el principio que eras casado, antes de que me enrollase contigo? Por qué tantas mentiras, tantas disculpas, tantas respuestas evasivas, sólo el número de teléfono del trabajo, no el número de teléfono de casa, el cuento ese de que vivías con tu madre, tu madre enferma y que el teléfono la irritaba, después la dolorosa historia, casi con lágrimas en los ojos

-Voy a decirte la verdad

a continuación un discurso patético

-No te dije antes la verdad por miedo a perderte

y la estratagema de una relación sin amor

-No siento nada por ella

más hermanos que otra cosa, nunca nos tocamos, no tenemos relaciones, ella enferma de los nervios, dependiente de ti, intentos de suicidio, depresiones y a ti que te daba mucha pena

'¿Tú crees que debo ser infeliz por tu culpa? No sonrías, no pienses que será fácil perdonarte'

-Nada más que pena, ¿me entiendes?

y preocupado por tus hijos, pobres

-Cómo sufren los niños con estas cosas

y tu deber de darles una vida equilibrada

-Ellos no decidieron venir a este mundo, ¿no?

haciendo, al mismo tiempo, de padre y de madre, tu garantía de que esto no va a durar siempre, es una cuestión de meses, cosa de un año, dos años a lo sumo, los chicos mientras tanto crecen, maduran, se equilibran, no es fácil vivir con una madre que ni siquiera sale de la cama, sólo lágrimas, sólo inestabilidad, sólo caprichos, sólo gritos, tengo que hacerle ver las cosas poco a poco, consultar al médico, y ayer me dijo Fátima que te vio con ella en el cine, que íbais cogidos del brazo, que le susurrabas sonrisas, que le dabas la mano, que llevabas alianza

¿dónde escondes la alianza cuando estás conmigo?

que fingiste no verla cuando pasó delante de ti, Fátima pasaba delante de ti

-Hola, Rui

y tú disimulabas tu alarma con cejas de asombro, tu mujer se alejaba molesta, Fátima incluso la oyó cuando repetía

-¿Hola, Rui?

y tú te aturdías dando explicaciones atropelladas, una persona de la que ya no te acordabas, tal vez una antigua compañera, la prima de una prima, la calmabas con un beso, no una enferma, una mujer muy normal, según Fátima parecida a mí con unos cinco o seis años más, también de ojos claros, también rubia con un bolso igual al que me regalaste para mi cumpleaños y ahora dime qué hago, cómo quieres que te acepte, que siga contigo haciendo el ridículo, tragándome tus mentiras, qué hago, cuéntame, con un hombre que se burla de mí, que me engaña, que me promete lo que no va a cumplir, qué hago con un timador, Rui, eres un timador, no me toques, no hables, no me vengas con cuentos

te manejas tan bien con las palabras

no me pongas la mano ahí, quita la mano de ahí, te he dicho que me quites la mano de ahí, márchate antes de que descubra el teléfono de tu casa, haga una llamada, le cuente todo a tu mujer, le explique lo sinvergüenza que eres, quiero que dejes las llaves encima de esta mesa, quiero que desaparezcas de mi vista, que salgas ahora mismo de esta casa, me das asco, ¿sabías?, lo único que siento por ti es asco, repugnancia, no eres más que un cerdo asqueroso, ni siquiera te odio, te desprecio, no entiendo cómo no vomito con sólo mirarte, si al menos fueses inteligente, guapo, y no eres inteligente ni guapo, para hablarte con franqueza

y yo sí que te hablo con franqueza, eso es lo que nos diferencia

eres un viejo, hueles a viejo, si te vieses bien la cara, la tripa que tienes, tus arrugas, tu canas, tu calva, no vales nada, Rui, convéncete de que no vales nada, admite de una vez por todas que no vales un pimiento, deshonesto, hipócrita, embustero, por qué no dijiste desde el principio que eras casado antes de que me enrollase contigo, por qué no fuiste sincero, si hubieses sido sincero hasta te habría aceptado, ¿te das cuenta?, habría sufrido pero lo habría aceptado, habría esperado a que te divorciases, habría luchado por ti, te habría dado lo que nunca le he dado a nadie y que no merecías pero te habría dado

no me interrumpas

¿por dónde iba?, decía que te habría dado lo que nunca le he dado a nadie, no me interrumpas, Rui, y que no te lo merecías pero te habría dado

te pedí que no me interrumpieses, ¿no?

y que no te lo merecías pero te habría dado, no me cojas la mano, no te sientes ahí, por qué me has hecho esto, Rui, ¿tú crees que me lo merezco?

apártate

¿tú crees que me lo merezco, que merezco sufrir?

por amor de Dios, apártate

¿tú crees que debo ser infeliz por tu culpa?, respóndeme si crees que debo ser infeliz por tu culpa, no sonrías, no pienses que me resultará fácil perdonarte, eres un viejo, hueles a viejo, fíjate en la chepa que tienes, eres un viejo, convéncete, un viejo sin remedio, y te vas a morir siendo un inútil, Rui, nunca aprenderás, por más años que vivas, que el sostén se desabrocha para el otro lado.

Traducción de Mario Merlino.