El luminoso debut de Cambiasso

Un Madrid reconocible, con un aspecto casi calcado al que conquistó la última Liga de Campeones, se presentó en Montecarlo a la caza del único título que, desaparecida la Recopa, le falta al club blanco. Ya lo tiene. La única diferencia entre aquel equipo que triunfó en Glasgow y el que ayer hizo historia en el Principado la marcaron Cambiasso y Morientes, uno porque acaba de llegar, el argentino, y otro, el español, porque ayer por no estar no estuvo ni en el banquillo.

Cambiasso ocupó el puesto que en la final de la Liga de Campeones perteneciera a su compatriota Solari. Y Cambiasso, ...

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Un Madrid reconocible, con un aspecto casi calcado al que conquistó la última Liga de Campeones, se presentó en Montecarlo a la caza del único título que, desaparecida la Recopa, le falta al club blanco. Ya lo tiene. La única diferencia entre aquel equipo que triunfó en Glasgow y el que ayer hizo historia en el Principado la marcaron Cambiasso y Morientes, uno porque acaba de llegar, el argentino, y otro, el español, porque ayer por no estar no estuvo ni en el banquillo.

Cambiasso ocupó el puesto que en la final de la Liga de Campeones perteneciera a su compatriota Solari. Y Cambiasso, en su primer partido de competición en Europa, en su debut en partido oficial con el Real Madrid -que le fichó hace seis años para mandarlo una y otra vez a que se hiciera mayor en el fútbol argentino- estuvo lejos de protagonizar un papel menor. Muy al contrario.

Ya con aquel disparo del minuto diez, que rechazó como pudo el meta Zoetebier, avisó de lo que vendría después. Porque el papel de Cambiasso fue determinante ayer ya no sólo en la creación del juego del Madrid, lo que se suponía dada su condición de medio centro, sino en el fútbol de ataque del equipo, en los dos primeros tantos del Madrid, un asunto éste, el de su llegada al área rival, que ya demostró dominar sobradamente en Argentina.

Fue Salgado quien, basculando al borde del área, le cedió el balón para que Cambiasso buscara alguna solución. La encontró a su izquierda. Vio el argentino el acelerón por su banda de Roberto Carlos y le mandó el balón al hueco. Fue aquél el origen del primer gol, que culminó Pauuwe, defensa del Feyennord, rematando el centro hacia su propia portería.

En el segundo gol, Roberto Carlos inició y culminó la jugada. Pero, entre medias, Cambiasso entró en contacto con el balón para colarlo en el pico del área, donde Guti se inventó un pase, de tacón, que le dejó el camino libre a Roberto Carlos, quien con suavidad y con su pierna derecha coló el balón en la escuadra.

Convertido, al menos hasta el día de ayer, en el único fichaje del Madrid -más allá de la subida al primer equipo de los canteranos Raúl Bravo, Miñambres y Portillo-, Cambiasso ha sido, amén de los goles del delantero canterano, la gran sensación del Madrid en la pretemporada. Desde el primer día, Vicente del Bosque le hizo un hueco en el equipo titular y Cambiasso no ha salido de él. Del Bosque ha podido, así, acoplar a Helguera al centro de la defensa y reducir el trabajo de Makelele.

Pero no fue la de Cambiasso la única novedad del once inicial del Madrid respecto a la final de la Champions ante el Leverkusen. Porque entonces estuvo Morientes de inicio y ayer le tocó a Guti. Y no porque Del Bosque rotara, como era habitual hace meses. Morientes ni siquiera ocupó un hueco en el banquillo. Se quedó en la grada, a la espera de que se sepa si aquella final de la Liga de Campeones fue su último partido oficial con la camiseta del Madrid.

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