Crónica:Supercopa inglesa | FÚTBOL

Golpe de autoridad

El Arsenal confirma su hegemonía y derrota al Liverpool con un gol del brasileño Silva

Rey indiscutible de Inglaterra en la pasada campaña, el Arsenal arrancó ayer la temporada con un golpe de autoridad. El clásico preámbulo de la Supercopa, sirvió para reafirmar en su trono al equipo londinense, claramente superior a un Liverpool aferrado con fanatismo al librillo de su entrenador, Gérard Houllier, ese apóstol del catenaccio a la francesa que ha hecho fortuna en Anfield traicionando el viejo espíritu del fútbol inglés y de su conjunto más exquisito.

Si el Arsenal tuvo que esperar por la victoria hasta la segunda parte no fue por los sutiles diseños defensivos de H...

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Rey indiscutible de Inglaterra en la pasada campaña, el Arsenal arrancó ayer la temporada con un golpe de autoridad. El clásico preámbulo de la Supercopa, sirvió para reafirmar en su trono al equipo londinense, claramente superior a un Liverpool aferrado con fanatismo al librillo de su entrenador, Gérard Houllier, ese apóstol del catenaccio a la francesa que ha hecho fortuna en Anfield traicionando el viejo espíritu del fútbol inglés y de su conjunto más exquisito.

Si el Arsenal tuvo que esperar por la victoria hasta la segunda parte no fue por los sutiles diseños defensivos de Houllier. El Liverpool se mantuvo en pie gracias a su portero, Dudek, un acorazado polaco que repelió todo lo que le caía encima. Pero el fútbol, a pesar del éxito de tipos como Houllier, aún conserva cierto sentido de la justicia. Y, aunque se hizo de rogar, acabó premiando al que quiso jugar.

ARSENAL 1| LIVERPOOL 0

Arsenal: Seaman; Lauren, Campbell, Keown, Cole; Parlour, Edu (Gilberto Silva, m. 46), Vieira, Wiltord; Bergkamp (Touré, m. 86) y Henry. Liverpool: Dudek; Xavier (Babbel, m. 78), Hyypia, Henchoz, Traore (Br. Cheyrou, m. 88); Diouf, Hamann (Murphy, m. 67), Gerrard, Riise; Owen (Smicer, m. 86) y Heskey (Baros, m. 73). Gol: 1-0. M. 69. Wiltord recibe el balón en la banda izquierda y mete un pase adelantado a Bergkamp, que, lo controla en el vértice del área y lo cede hacía atrás para la llegada de Gilberto Silva, quien marca cruzando la pelota fuera del alcalce de Dudek. Árbitro: Alan Wiley, inglés. Amonestó a Gerrard, Wiltord, Vieira, Henry, Silva y Murphy. 67.377 espectadores en el estadio Millenium, de Cardiff (Gales), para presenciar la Supercopa inglesa, entre el doble campeón de la Liga y la Copa y el subcampeón de la Liga.

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Era un Supercopa peculiar porque no enfrentaba a dos campeones. El Arsenal se lo llevó todo el año pasado, la Liga y la Copa, por lo que para que se disputara tuvo que medirse con el segundo, el Liverpool. Y, por lo visto, no hay trazas de que la jerarquía entre ambos se vaya a invertir de inmediato. En realidad, el propio Liverpool asumió sin rubores su condición subalterna y dejó el partido a expensas de lo que hiciese el Arsenal. 'Que jueguen ellos', se dijo Houllier, 'que a nosotros ya nos caerá un contragolpe'. Es una fórmula que le ha proporcionado muchos éxitos y seguramente se los seguirá dando: antes contaba con los fulminantes latigazos de Owen y ahora les ha sumado otro futbolista hábil y supersónico, el senegalés Diouf, una de las sensaciones del Mundial. Mejor no imaginarse qué pensará en su tumba el viejo Bill Shankly, el forjador de la leyenda del club.

Ante un rival agazapado, el Arsenal fue el equipo ligero y generoso que acostumbra, fiel a la escuela de otro francés, Arsène Wenger, más respetuoso con las tradiciones. El cuadro capitalino mantiene intacta su columna del pasado curso, y eso se nota: transmite armonía. Parece que ha superado sus antiguos problemas defensivos y del medio campo hacia arriba es una delicia gracias a futbolistas como Henry, Wiltord o Bergkamp, rápidos, hábiles e intuitivos, capaces de enhebrar maravillas al primer toque. Su ofensiva resultó algo discontinua, pero no había la menor duda de que el partido era suyo. Aunque alguien se empeñó en contradecirlo, el fantástico Dudek, que, mediada la primera parte, desafió lo imposible al levantarse dos veces del suelo para despejar tres remates consecutivos.

Del Liverpool no se supo nada hasta el inicio del segundo tiempo. La potencia del fogoso Gerrard tiró de él hacia arriba y hasta pareció que Owen tenía ganas de decir algo. Fue un espejismo, como la presencia en la derecha de Diouf, del que no hubo más noticias que un caño a Cole estropeado con una teatral caída en el área. Al Liverpool se le bajaron los humos pronto. Y acabó apareciendo un recién llegado, el brasileño campeón del mundo Gilberto Silva, para preservar ese cierto sentido de la justicia que le queda al fútbol.

Diouf (a la izquierda) acosa a Cole en un momento del partido.ASSOCIATED PRESS

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