Crónica:Campeonatos de Europa al aire libre | ATLETISMO

Pleno del 1.500 femenino

Por primera vez tres atletas españolas alcanzan la final de una prueba al aire libre

El 1.500 es la prueba fetiche del atletismo español, la carrera de la mayoría de nuestros pocos mitos: González, Abascal, Cacho... Pero no sólo de la versión masculina del atletismo. A quien quisiera medir la acelerada evolución del atletismo femenino español le bastaría con fijarse en la prueba del 1.500. En Helsinki, en 1971, hace sólo 31 años, la guipuzcoana Belén Azpeitia se convirtió en la primera española que participaba en un Campeonato de Europa: lo hizo en el 1.500. Tres años después, en Roma 74, la catalana Carmen Valero fue la primera española que alcanzaba una final: evidentemente ...

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El 1.500 es la prueba fetiche del atletismo español, la carrera de la mayoría de nuestros pocos mitos: González, Abascal, Cacho... Pero no sólo de la versión masculina del atletismo. A quien quisiera medir la acelerada evolución del atletismo femenino español le bastaría con fijarse en la prueba del 1.500. En Helsinki, en 1971, hace sólo 31 años, la guipuzcoana Belén Azpeitia se convirtió en la primera española que participaba en un Campeonato de Europa: lo hizo en el 1.500. Tres años después, en Roma 74, la catalana Carmen Valero fue la primera española que alcanzaba una final: evidentemente fue la del 1.500 (terminó séptima). Ayer mismo, en la primera mañana soleada de Múnich 2002, el atletismo femenino español conseguía colocar, por primera vez en su historia, a tres atletas en una final de pista; el termómetro no falla: fue en la carrera de 1.500 metros (pero la primera medalla del atletismo femenino español en pista fue de una chica de 3.000, Marta Domínguez).

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Hay tres en la final en la que ninguna de ellas será comparsa. Hablar de medallas no es soñar y eso que los Europeos tienen prácticamente el nivel de un Mundial (las nueve primeras del Mundial de 2001 eran europeas) y está en Múnich la campeona del mundo (la ligera rumana Gabriela Szabo), y también la cuarta (la portuguesa Carla Sacramento, lejos, al parecer de su mejor forma) y la quinta, la polaca Lidia Chojecka, que ayer sufrió para clasificarse. La sexta en Edmonton fue la primera española, la tarraconense Natalia Rodríguez, la clase en estado puro, delicadeza y fuerza. Natalia, de 23 años, era una casi una novata en Edmonton, su segunda gran competición internacional tras foguearse el año anterior en Sydney. La más veterana de las tres es Nuria Fernández, que tiene 25 años y es de Torrejón de Ardoz, una fuerza de la naturaleza, pura decisión y valor, que ya compitió en los Mundiales de Sevilla y en los Juegos de Sydney antes de alcanzar, el año pasado, la final del Mundial de Edmonton, donde terminó 12ª. A ellas dos, ya expertas, se les ha unido Iris Fuentes-Pila, cántabra y pasiega que sólo tiene 21 años (es la más joven de todas las finalistas) y todo el descaro que se puede asociar a esa edad. Iris, que en su semifinal de ayer, prácticamente la primera vez que se codeaba con la elite mundial, se comportó como una experta y fue tercera, es la mediana de tres hermanas dedicadas al atletismo y entrenadas por el ex campeón cántabro José Manuel Abascal. Siguiendo la tradición de Azpeitia, Valero, Zúñiga, Domínguez y demás mediofondistas, seguro que no se arrugará en la final de mañana.

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