Campeonatos de Europa al aire libre | ATLETISMO

La inagotable señora Dreschler

Pese a ser un prodigio de precocidad, Heike Dreschler aún era muy joven en 1972, incluso para los estándares de la extinta República Democrática Alemana, para competir en los Juegos Olímpicos de Múnich, pero por su historial a nadie le habría extrañado. Niurka Montalvo, que hoy volverá a medirse a la saltadora de Gera, lo corrobora: 'En el atletismo, el cuerpo manda. Si a ella la manda tan lejos es porque puede estar ahí'.

Dreschler, que en diciembre cumplirá 38 años, no estuvo en Múnich 72, pero casi. Debutó en la alta competición cuando todavía era Heike Daute, una rubia de 1,81 metro...

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Pese a ser un prodigio de precocidad, Heike Dreschler aún era muy joven en 1972, incluso para los estándares de la extinta República Democrática Alemana, para competir en los Juegos Olímpicos de Múnich, pero por su historial a nadie le habría extrañado. Niurka Montalvo, que hoy volverá a medirse a la saltadora de Gera, lo corrobora: 'En el atletismo, el cuerpo manda. Si a ella la manda tan lejos es porque puede estar ahí'.

Dreschler, que en diciembre cumplirá 38 años, no estuvo en Múnich 72, pero casi. Debutó en la alta competición cuando todavía era Heike Daute, una rubia de 1,81 metros y 63 kilos, en los Europeos de 1982. Aún no tenía 18 años y saltó casi 6,80 metros, una marca que aún le acercaría a las medallas. Fue la cuarta. El primer salto hacia una puesta en órbita que dura cuatro lustros y en la que ha ganado dos Mundiales; dos Juegos Olímpicos, los de Barcelona 92 y Sydney 2000, y los últimos cuatro Europeos del salto de longitud: 1986, 1990, 1994 y 1998. Ha saltado más de 400 veces por encima de los siete metros, una barrera con la que todavía lucha Concha Montaner, la valenciana de brillante porvenir, y aún no se ha cansado. Hace 14 años saltó 7,48 metros, su mejor marca, aunque en 1993, ayudada por la altura de Sestriere y un viento superior al límite, voló hasta los 7,63. Esta temporada ha saltado 6,85, más que Montalvo.

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La quinta medalla de oro consecutiva, una hazaña única, la puede tener a la vuelta de la esquina a partir de las series clasificatorias de hoy. En su viaje, al que aún no ha puesto fecha de parada, Daute, que se hizo Dreschler cuando se caso con el hijo de su entrenador, Andreas Dreschler, ha conocido, y sufrido, las peores prácticas de la fábrica de éxitos, al precio que fuera, de la RDA. Y también, la maternidad, en 1989, y el regreso, casi como una superviviente, en los noventa, cuando el atletismo empezó a cambiar y ella seguía allí para mostrarlo.

Rompió con Dreschler, se unió al decatleta francés Alain Blondel, se deja entrenar por un rumano y no se ha agotado: 'Siento que, físicamente, aún puedo dar más de mí. Y, además, me divierto entrenándome y compitiendo'.

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