LA VENTANA DE MILLÁS

Mi cama

Cuando era pequeña, me gustaba meterme debajo de las sábanas y ponerme al revés, es decir, la cabeza donde los pies. Una vez empecé a bajar y a bajar, y no encontraba el final. Anduve a rastras con la sábana ceñida a mi cuerpo más de una hora, menos mal que tenía mi linterna. Cuando vi que no llegaba al final, volví para atrás y cuando llevaba un buen rato arrastrándome y no encontraba la salida, llamé a mi madre angustiada y empecé a llorar. Mi madre no venía. Seguí llorando y llamándola cada vez con más miedo. Por fin llegué a la cabecera y pude salir a respirar aire fresco. De repente apare...

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Cuando era pequeña, me gustaba meterme debajo de las sábanas y ponerme al revés, es decir, la cabeza donde los pies. Una vez empecé a bajar y a bajar, y no encontraba el final. Anduve a rastras con la sábana ceñida a mi cuerpo más de una hora, menos mal que tenía mi linterna. Cuando vi que no llegaba al final, volví para atrás y cuando llevaba un buen rato arrastrándome y no encontraba la salida, llamé a mi madre angustiada y empecé a llorar. Mi madre no venía. Seguí llorando y llamándola cada vez con más miedo. Por fin llegué a la cabecera y pude salir a respirar aire fresco. De repente apareció mi madre: '¿Qué te pasa hija?'. 'Mamá, es que no venías'. 'Ya, mi amor, es que no encontraba la salida para bajar de mi cama'.