Reportaje:

El silencio de Suárez

La súbita reaparición en escena del ex presidente ha agitado las aguas en el PP, pero no es preludio de un mayor protagonismo

A José Saramago le preguntaron en cierta ocasión: ¿por qué escribe usted? Y el escritor portugués respondió:

-Es muy simple: porque permanecí mudo durante mucho tiempo.

También Adolfo Suárez llevaba mucho tiempo sin hablar de política cuando el pasado viernes 14 de junio, a eso de las dos de la tarde, unos periodistas lo abordaron en el Congreso de los Diputados y le preguntaron sin demasiada esperanza:

-¿Quién cree usted, presidente, que será el sucesor de Aznar?

Quizá fue por la fecha -25 años después de las primeras elecciones- o tal vez por el lugar -el Salón de...

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A José Saramago le preguntaron en cierta ocasión: ¿por qué escribe usted? Y el escritor portugués respondió:

-Es muy simple: porque permanecí mudo durante mucho tiempo.

También Adolfo Suárez llevaba mucho tiempo sin hablar de política cuando el pasado viernes 14 de junio, a eso de las dos de la tarde, unos periodistas lo abordaron en el Congreso de los Diputados y le preguntaron sin demasiada esperanza:

-¿Quién cree usted, presidente, que será el sucesor de Aznar?

Quizá fue por la fecha -25 años después de las primeras elecciones- o tal vez por el lugar -el Salón de los Pasos Perdidos-, pero lo cierto es que Suárez contestó. Y no lo hizo desde la barrera diplomática que viene ocupando desde que dejó la política, sino fajándose en cada pregunta, sintiéndose a gusto, desplegando su poder de seducción como si el tiempo no hubiera pasado, un periódico siguiera costando tres duros y aún estuvieran los militares conspirando en los cuarteles.

Calvo Sotelo, Osorio, Lavilla y Martín Villa se sumaron a la apuesta de Suárez por Mayor
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No fueron unos minutos sino casi una hora. Habló Suárez muy bien de Aznar, aunque le afeó su decisión de retirarse demasiado pronto, pero sobre todo dejó constancia de la opinión que le merecen los posibles candidatos a ocupar el Palacio de la Moncloa. Apostó sin ambages por Jaime Mayor Oreja, descartó por 'soberbio' a Rodrigo Rato y de Mariano Rajoy apenas dijo nada, ni bueno ni malo, lo que en la política, como en el toreo, sin duda es lo peor.

Aquella noche las tertulias no hablaron de otra cosa. Durante el fin de semana el asunto todavía coleó y al lunes siguiente Suárez volvió a aparecer en público. Fue en el homenaje que le rindieron unos treinta ex ministros de los Gobiernos de la UCD. Algunos de ellos suelen reunirse de cuando en cuando, una o dos veces al año, para recordar juntos y ya desde la orilla aquellos tiempos que vivieron tan intensamente. El lunes, como entonces, Adolfo Suárez presidió el almuerzo, con Leopoldo Calvo Sotelo sentado a su derecha y Rodolfo Martín Villa a la izquierda. Uno de los ex ministros que participaron contó luego a este periódico, no sin cierta sorna:

-Fue una reunión como todas las nuestras. Nos contamos unos a otros las mismas anécdotas, nos reímos con las mismas ocurrencias y echamos una mirada, entre nostálgica y condescendiente, a un pasado que ya es tan historia como nosotros mismos. No hay que olvidar que ya estamos mucho más cerca del Inserso que del poder. Eso sí, el lunes pasado hablamos del presente más de lo habitual.

Algunos de ellos lo hicieron para adherirse a la apuesta que Suárez había hecho 48 horas antes por Mayor Oreja. Entre ellos: Calvo Sotelo, Landelino Lavilla, Alfonso Osorio y Martín Villa. Los cuatro formaron parte del primer gobierno de Suárez, en el que también participó, como ministro de Asuntos Exteriores, Marcelino Oreja Aguirre, quien no sólo es tío de Jaime Mayor sino también quien lo introdujo en la UCD del País Vasco a finales de los años setenta. Si, además de estos datos, se tiene en cuenta que ahora, 25 años después, Jaime Mayor es, junto a Javier Arenas, uno de los artífices de la entrada en política de Adolfo Suárez Illana, hijo del ex presidente y, desde hace unas semanas candidato del PP a la Junta de Castilla La Mancha, puede encontrarse una de las posibles razones para explicar por qué el ex presidente quebró el 14 de junio un silencio tan cultivado. 'No es que haya roto el silencio', dice un alto cargo del PP, 'es que lo ha destrozado. Y no crea que en el partido han sentado muy bien sus palabras'. De hecho, Aznar aprovechó el miércoles un encuentro con corresponsales extranjeros para decir que valora el criterio de Suárez, pero que, a fin de cuentas, no es él quien tiene que decidir el futuro del PP. Otra de las versiones es que el ex presidente quiso saldar a su favor una vieja porfía con Rodrigo Rato, extremo que el propio ministro de Economía desmintió a este periódico:

-Nunca he tenido un problema con Suárez.

La contestación de Rato está dentro del guión. Desde que el primer presidente de la democracia desapareció de la escena funciona alrededor de su figura un respeto prácticamente unánime, una especie de pacto vitalicio de no agresión en agradecimiento a los servicios prestados. A esto hay que añadir que Suárez ha soportado desde entonces un calvario personal, la enfermedad de su hija y el fallecimiento de Amparo Illana, su esposa. Sus comparecencias públicas -una conferencia aquí, un homenaje allá- han caminado siempre entre lo institucional y lo emotivo. Al Rey, por ejemplo, se le ha visto siempre muy preocupado por dedicarle a afectos en públicos. 'Apenas sale de casa', dice un familiar muy cercano, 'lo de Amparo fue la puntilla. Le gusta saber que los periodistas no le habéis olvidado y agradece que le pidáis de vez en cuando una entrevista, pero prefiere mantenerse al margen; no tiene humor'.

Por eso sorprendió tanto su reaparición en el Salón de los Pasos Perdidos. Los periodistas que lo escuchaban, demasiado jóvenes para haberlo visto actuar de presidente, fueron conscientes de que disfrutaban de un momento único. Algunos altos cargos del PP -entre ellos la presidenta del Congreso o el ministro Ángel Acebes- intentaron hacerle el quite, que él rehusó cortésmente, con un refresco sin hielo en la mano. Parecía decir 'dejadme solo', como cuando aprendió a torear para conquistar a la que luego sería su mujer, como cuando se encerraba con los periodistas en un restaurante, pedía una tortilla francesa y un café solo y hablaba de política y fumaba Ducados hasta la madrugada.

Así que uno de sus antiguos ministros atribuye su salida a escena como un mensaje a su hijo. ¿Cuál? 'Eso sí que no lo sé yo, intente que se lo explique él mismo', aconseja. Pero, ya el lunes, el ex presidente excusó su presencia en un acto de la Fundación de Víctimas del Terrorismo y el resto de la semana fue su secretario quien agradeció muy sinceramente todas las llamadas. Adolfo Suárez ha vuelto a encerrarse en el silencio de los libros de historia.

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