Columna

Arenga

Quizás sea usted un trabajador y mañana no acuda al trabajo. Excelente idea. La huelga nos permite vivir un día egoísta, enteramente dedicado a uno mismo, en lugar de entregárselo a nuestro jefe, director, capataz, dueño, contratista, empresario, banquero, cajero, amo o comoquiera que se llame el que se lleva los beneficios en su caso singular. Claro, le costará un dinero, le descontarán un día de sueldo. Considere que se está pagando una jornada a usted mismo. En lugar de ser una mercancía (nuestra naturaleza habitual), mañana puede ser un humano; y eso no tiene precio. Es usted un privilegia...

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Quizás sea usted un trabajador y mañana no acuda al trabajo. Excelente idea. La huelga nos permite vivir un día egoísta, enteramente dedicado a uno mismo, en lugar de entregárselo a nuestro jefe, director, capataz, dueño, contratista, empresario, banquero, cajero, amo o comoquiera que se llame el que se lleva los beneficios en su caso singular. Claro, le costará un dinero, le descontarán un día de sueldo. Considere que se está pagando una jornada a usted mismo. En lugar de ser una mercancía (nuestra naturaleza habitual), mañana puede ser un humano; y eso no tiene precio. Es usted un privilegiado. Recuerde que los parados no tienen derecho a la huelga. De modo que no acepte ningún trabajo alternativo como hacer de piquete, de manifestante, de servicio mínimo o de cualquier otra cosa. Sea usted radicalmente huelguista. No es fácil. No es tan sencillo dejar de ser una mercancía, aunque sólo sea durante un día. Recuerde lo que sucede en las así llamadas vacaciones, el periodo de mayor trabajo y menores ingresos de todo el año.

Para ser un huelguista integral debe sacrificarse. ¡No vea la tele, el instrumento más poderoso para convertirnos en cosas inanimadas! Evite mirar la publicidad, la cual le trata a usted como una mera cantidad. No escuche las declaraciones de los políticos, ya que para ellos somos un voto que se mercadea en círculos endogámicos. No use el cajero automático, escape de los lugares con música enlatada, no hable del Mundial, no acuda a recintos masivos como las playas o las discotecas, no pague a Telefónica ni a las compañías corsarias; en fin, no trabaje en aquello que aparece disfrazado de ocio, regalo, servicio o libre elección. Es mentira: son obligaciones laborales encubiertas y nos convierten en mercancía.

Alguien puede preguntarse: ¿pues qué se debe hacer entonces para ser un huelguista absoluto? Si usted se hace esta pregunta, si no sabe a qué dedicar su tiempo para hacer de humano y esquivar la explotación durante un día, entonces no puede ser un huelguista. Haga el favor de acudir mañana a su puesto de trabajo y déjese de narcisismos. Usted es una mercancía y usted trata a la gente como si fuera una mercancía.

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