Una ventana al futuro

Aún activa la catarsis motivada por el óbito de Carlos Berlanga y, por una extraña ley de compensación, en plena pujanza de ventas el último álbum de Olvido y Nacho Canut, después de años ejerciendo calladamente de grupo de culto, el recinto en el que en enero comenzara Fangoria su gira se llenó hasta las junturas de público ávido por echar una miradita hacia el futuro incierto a través de la angosta ventana que Fangoria abre a la sociedad española, en estos momentos rendida a lo peor del pasado. Hay que decir que Alaska brilló con todo su esplendor en su papel de reina de claroscuros musicale...

Aún activa la catarsis motivada por el óbito de Carlos Berlanga y, por una extraña ley de compensación, en plena pujanza de ventas el último álbum de Olvido y Nacho Canut, después de años ejerciendo calladamente de grupo de culto, el recinto en el que en enero comenzara Fangoria su gira se llenó hasta las junturas de público ávido por echar una miradita hacia el futuro incierto a través de la angosta ventana que Fangoria abre a la sociedad española, en estos momentos rendida a lo peor del pasado. Hay que decir que Alaska brilló con todo su esplendor en su papel de reina de claroscuros musicales, que la banda funcionó y que las canciones volvieron a fluir como letanía de fogonazos apasionados. Al tercer tema, Alaska se desembarazaba de la congoja, dedicando al desaparecido compañero Llegando hasta el final. Hubo momentos especiales, como la aparición de un cuerpo de drags bailonas, y artistas invitados, como Víctor Abundancia y el superviviente por excelencia, Fabio MacNamara. Fangoria demostró que posee aún el secreto de la anticipación estética y un gusto exquisito para ofrecer el pop electrónico de manera nítida, como trazado por un preciso tiralíneas. Menos mal que en nuestro país aún quedan propuestas así.