Columna

Vía Digital

Siempre odiaremos a Vía Digital. Lo mejor que puede hacer esa compañía, si la dejan, es fusionarse, camuflarse, desaparecer, pegarse un tiro. Si es que no se lo ha pegado ya. Cuatro años esperando la llegada de un Mundial y la compañía cruza un telón ciego para hacernos invisibles los partidos. Eso no lo perdonaremos jamás. No hay razón mercantil, lógica argumental o pensamiento sano que pueda legitimar un hurto parecido. Si las marcas aspiran a la supervivencia deben hacerse amar. Si lo que desean es perecer, hundirse, ser aborrecidas, he aquí el comportamiento canónico. Nunca antes pudo esco...

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Siempre odiaremos a Vía Digital. Lo mejor que puede hacer esa compañía, si la dejan, es fusionarse, camuflarse, desaparecer, pegarse un tiro. Si es que no se lo ha pegado ya. Cuatro años esperando la llegada de un Mundial y la compañía cruza un telón ciego para hacernos invisibles los partidos. Eso no lo perdonaremos jamás. No hay razón mercantil, lógica argumental o pensamiento sano que pueda legitimar un hurto parecido. Si las marcas aspiran a la supervivencia deben hacerse amar. Si lo que desean es perecer, hundirse, ser aborrecidas, he aquí el comportamiento canónico. Nunca antes pudo escogerse una mejor forma para quedar peor. De ahora en adelante, Vía Digital será el nombre de la vía mortal, el apellido de una estranguladora, el rótulo maldito de una televisión, no importa el buen corazón que posean sus directivos. Seguro que sus hijos sí ven los encuentros de Argentina, de Francia o de Brasil y de esa manera no se enteran de la gran rabia que vive el público. ¿Pagar? Incluso algunos hemos intentado pagar, pero ahora al teléfono los de la Vía Digital dicen que para ver el Mundial hay que abonarse todo un año y tragarse no se qué lote de partidos adicionales. Encima, cree el telefonista, deberán aportar un aparato, introducir cables y hasta ignora qué otras operaciones complementarias serán precisas para rematar la instalación. ¿Lo harán, sin embargo, enseguida? Tampoco lo sabe, pero qué menos, piensa él, que cuatro o cinco días. Nunca antes un aficionado al fútbol conoció una compañía tan apática. Pero es dudoso también que mirando al comercio pueda hallarse una organización menos eficaz. No se es de Vía Digital desde hace semanas y Vía Digital no parece contar con medios para redimirnos. Su máximo dictamen es dejarnos sin ver el Mundial y poco a poco, aquí y allá, va logrando, en cooperación con los horarios y la mezquindad de Antena 3, que esta edición se esfume de nuestras vidas. El equipo de España se ve y los demás no se ven. España juega en una escena donde otros conjuntos espectrales evolucionan tras la linfa de Vía Digital. Tras el muro más fantasmal, asexuado y antipático de la historia futbolística. Tras la más odiosa y torpe ceguera en el mundo de la multivisión.

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