Crítica:ZARZUELA | 'LOS GAVILANES'

De indianos y melancolías

Conserva Los gavilanes un tono popular que la hace en cierto modo cercana. La conexión se produce en nuestros días más por la música que por la ingenuidad de unas situaciones teatrales que sólo funcionan a ráfagas. No es fácil hacer una lectura personal en el tratamiento escénico de la obra. Quizás no vale la pena y la solución más conveniente es la que han tomado Gerardo Malla y sus colaboradores, dejando que la zarzuela corra a sus anchas en sus contradicciones y en sus hallazgos. Es de destacar en cualquier caso el sólido trabajo como figurinista de Pedro Moreno y también, en el terr...

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Conserva Los gavilanes un tono popular que la hace en cierto modo cercana. La conexión se produce en nuestros días más por la música que por la ingenuidad de unas situaciones teatrales que sólo funcionan a ráfagas. No es fácil hacer una lectura personal en el tratamiento escénico de la obra. Quizás no vale la pena y la solución más conveniente es la que han tomado Gerardo Malla y sus colaboradores, dejando que la zarzuela corra a sus anchas en sus contradicciones y en sus hallazgos. Es de destacar en cualquier caso el sólido trabajo como figurinista de Pedro Moreno y también, en el terreno musical, la eficacia de Luis Remartínez al frente de la Orquesta de la Comunidad de Madrid.

Los gavilanes

De Jacinto Guerrero. Versión teatral y escénica de Gerardo Malla. Director musical: Luis Remartínez. Con Milagros Martín (Adriana), Arantza Irañeta (Rosaura), Luis Cansino (Juan, el indiano), Luis Dámaso (Gustavo), Vicente Cuerda, Pedro Miguel Martínez, aldeanas, peruanos, niños, tambores y trompetas. Orquesta de la Comunidad de Madrid. Nueva producción. Teatro de la Zarzuela. Madrid, 6 de junio.

Chispazos

Los chispazos más emotivos vinieron de los cantantes y actores. Fueron momentos aislados, al hilo de los vaivenes de una obra desigual. Milagros Martín superó sus limitaciones vocales a base de temperamento, de casta. Es una bendición ver la vena zarzuelística de esta chica, su coraje para luchar contra las dificultades, su entrega en escena.

Desde el punto de vista exclusivamente vocal, lo más primoroso de la noche se debió al tenor Luis Dámaso. Su timbre es dúctil, su fraseo, elegante. A la medida de sus personajes estaban las caracterizaciones teatrales de Luis Cansino y Arantza Irañeta.

En lo musical, se movieron a un nivel más modesto. Desprendió simpatía la pareja cómica de las fuerzas del orden, la autoridad competente y la gendarmería, con ajustadas intervenciones de Vicente Cuesta y Pedro Miguel Martínez. Todo estuvo en un tono de dignidad, aunque sin excesiva inspiración.

Es un espectáculo que se puede ver y del que se puede también prescindir. En cualquier caso, su presencia es positiva por lo que supone de tratamiento cotidiano de la zarzuela. El público se lo pasó bien y aplaudió con calor a los artistas.

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