Crónica:Mundial 2002 | Grupo F

Goleada inglesa en la grada

El duelo entre las aficiones comenzó con los himnos nacionales

Los seguidores ingleses colonizaron anoche el estadio de techo cubierto de Sapporo - el Sapporo Dome, Cúpula de Sapporo-. El ambiente de fiesta que se vivió de principio a fin, pero más al fin, recordó a Wembley en sus mejores épocas. Según las cifras oficiales habían llegado 8.000 ingleses a la ciudad norteña japonesa, pero por el ruido que hacían y el número de banderas inglesas, que casi daban la vuelta entera al recinto, parecía que había cinco veces más.

Tan pocos hinchas argentinos había, debido más a la falta de recursos económicos que a la de ganas, que el equipo de Marcelo Biel...

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Los seguidores ingleses colonizaron anoche el estadio de techo cubierto de Sapporo - el Sapporo Dome, Cúpula de Sapporo-. El ambiente de fiesta que se vivió de principio a fin, pero más al fin, recordó a Wembley en sus mejores épocas. Según las cifras oficiales habían llegado 8.000 ingleses a la ciudad norteña japonesa, pero por el ruido que hacían y el número de banderas inglesas, que casi daban la vuelta entera al recinto, parecía que había cinco veces más.

Tan pocos hinchas argentinos había, debido más a la falta de recursos económicos que a la de ganas, que el equipo de Marcelo Bielsa parecía que jugaba de visitante. Aun así, la mala sangre entre las dos naciones, acumulada a lo largo de muchas décadas de enfrentamientos conflictivos, se hizo notar antes del comienzo del partido. Tal fue la intensidad de los abucheos al comenzar el himno argentino que casi no se pudo escuchar. El inglés se oyó mejor, en gran parte porque todos los ingleses que había en el estadio estaban coreando la letra, pero los pitidos argentinos se hicieron notar.

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El ultramoderno estadio de Sapporo - el diseño parece imitar un ratón de ordenador- fue un escenario curioso para un viejo clásico del fútbol internacional. El techo cubierto protege al partido y el público de la naturaleza, lo cual en cierto modo no parece apropiado para una rivalidad que despierta pasiones tan viscerales, tan primitivas, entre los ciudadanos de los dos países. El no estar al aire libre provoca un sensación aséptica, no acostumbrada en un partido de fútbol, y menos con la intensidad histórica que tiene éste.

Lo cual no preocupó demasiado, por supuesto, a los hinchas ingleses, que habían sorprendido por lo civilizado de su comportamiento desde su llegada a Japón. A partir del gol de Beckham - 'sólo hay un David Beckham', cantaban al compás de Guantanamera- a finales del primer tiempo, los seguidores ingleses se transformaron casi en brasileños, bailando y saltando al ritmo de tambores. Parecía que supieran que en Brasil, algunos festejaban la derrota argentina con ideas maquiavélicas. La emisora Red Nacional, de São Paulo, emitió un programa que consistía en invitar a los brasileños a comunicar el número de teléfono de algún amigo argentino para llamarle y recordarle que en Brasil estaban encantados con la derrota de la albiceleste.

Faltando 15 minutos, y ante el asedio constante argentino al área inglesa, de repente se les ocurrió espontánemente cantar una vez más el himno nacional. Y después más cantar y bailar hasta que llegó el pitido final y junto con los jugadores, que se acercaron a las tribunas a festejar con los aficionados y que daban la impresión de no querer salir del campo nunca más, celebraron todos el triunfo como si hubieran ganado la Copa del Mundo. Tan importante es para Inglaterra vencer a Argentina en un Mundial.

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