Reportaje:

Apoteosis en el Bernabéu

85.000 personas aclaman a los campeones y a Mijatovic, en una celebración espectacular



Tras ellos salieron Del Bosque, al que alguien colocó en la misma boca del túnel de vestuarios una bufanda del Madrid en el cuello, y el resto de ayudantes. Y por fin, el capitán, Hierro, el portador de la copa, mientras el We are de Champions saludaba su llegada. El trofeo se acercó al cielo, en manos de un joven, gracias a un elevador cubierto por una tela donde se leía un 9, el número mágico de la noche de ayer, enorme. Llegaron luego los fuegos artificiales, las tracas, Raúl ejecutando, capote en ristre, sus ya clásicos lances taurinos, la vuelta de honor, el ...

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Tras ellos salieron Del Bosque, al que alguien colocó en la misma boca del túnel de vestuarios una bufanda del Madrid en el cuello, y el resto de ayudantes. Y por fin, el capitán, Hierro, el portador de la copa, mientras el We are de Champions saludaba su llegada. El trofeo se acercó al cielo, en manos de un joven, gracias a un elevador cubierto por una tela donde se leía un 9, el número mágico de la noche de ayer, enorme. Llegaron luego los fuegos artificiales, las tracas, Raúl ejecutando, capote en ristre, sus ya clásicos lances taurinos, la vuelta de honor, el "illa, illa, illa, Juanito maravilla" y, por fin, jugadores y público entonando una, dos y hasta tres veces, el himno del Centenario, el colofón de otra fiesta del madridismo, la tercera en cinco años. Y entonces, cuando los jugadores se retiraban, Di Stéfano, el héroe de las cinco primeras, saludó a Mijatovic, el de la séptima, antes de preguntarle a Amancio, el de la sexta: "Amancio, digo yo que ya va siendo hora de irse a cenar, ¿no?".

Entre fuegos artificiales, la copa subió al cielo gracias a un elevador desde el escenario central, donde estaba la plantilla del Madrid. Madrid, jueves 16 de mayo de 2002LUIS MAGÁN

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