El insoportable peso del dinero

El que sigue es el texto de la carta que el marqués de Comillas, Claudio López Bru, mandó a Jacint Verdaguer en octubre de 1879 desde una finca que la familia poseía en Extremadura.

'Mi muy querido amigo: Muchas gracias por su cariñosa carta de felicitación, que absorbido por numerosas atenciones no he podido contestar antes. Los comerciantes a medida que estendemos [sic] el comercio de efectos tenemos que disminuir el de afectos. Por eso y con razón disfrutamos en el mundo de la poco halagüeña reputación de gente metalizada. Sin embargo, no por ello dejamos de enco...

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El que sigue es el texto de la carta que el marqués de Comillas, Claudio López Bru, mandó a Jacint Verdaguer en octubre de 1879 desde una finca que la familia poseía en Extremadura.

'Mi muy querido amigo: Muchas gracias por su cariñosa carta de felicitación, que absorbido por numerosas atenciones no he podido contestar antes. Los comerciantes a medida que estendemos [sic] el comercio de efectos tenemos que disminuir el de afectos. Por eso y con razón disfrutamos en el mundo de la poco halagüeña reputación de gente metalizada. Sin embargo, no por ello dejamos de encontrar al cabo del día un momento, siquiera sea más o menos largo, para dedicarlo al culto de los goces del espíritu y entre ellos al del recuerdo de los amigos queridos. Crea V. que a veces al palpar en el trato de las gentes el injusto concepto que merecemos, recuerdo el dicho de aquel ciudadano de Cacos que al decir de dónde era agregaba siempre: 'pero en todas partes hay gente mala y gente buena'. Nos haría falta que algún poeta de la talla de mi compañero de destierro compusiera algún poema cuyo Hércules o cuyo Cid fuera un Rothchild o un Salamanca para que nuestro oficio vistiera un arreo menos prosaico.

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Pero en fin, hablemos de otra cosa. Aquí estoy con mi padre, haciendo salud y disfrutando del campo lo poco que nos lo permite el lluvioso tiempo que nos ha tocado en suerte. Pero a mal tiempo buena cara y hoy se nos hace fácil ponérsela muy buena, pues el solo recuerdo de los malos tratos que nos hacen pasar los negocios en otros sitios, basta para que nos encontremos en un paraíso, a pesar de estar confinados a la casa.

Ahí van estas cartas de pobres. Nada tengo que decirle.

Le desea a V. pocos resfriados y muchas inspiraciones su constante buen amigo. C. López Bru'.

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