Columna

Real Madrid

Dudo entre la melancólica estampa de Ariel Sharon recibiendo a Solana como representante de una Europa tan mal unida que a Sharon le importa un pito y la del Real Madrid vestido de luto, es un decir, y vencido en San Sebastián por un 3 a 0 inapelable, un 3 a 0 de Santísima Trinidad. Dejo en posición de descanso a Mr. Pesc, un esforzado político sin demasiada suerte del que sólo hay noticia cuando bombardea Belgrado o cuando consta rezagado en la lista de espera de Ariel Sharon, y me centro en la curiosa temporada del Real Madrid, tan perjudicada, creo, por la mayoría absoluta del PP.

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Dudo entre la melancólica estampa de Ariel Sharon recibiendo a Solana como representante de una Europa tan mal unida que a Sharon le importa un pito y la del Real Madrid vestido de luto, es un decir, y vencido en San Sebastián por un 3 a 0 inapelable, un 3 a 0 de Santísima Trinidad. Dejo en posición de descanso a Mr. Pesc, un esforzado político sin demasiada suerte del que sólo hay noticia cuando bombardea Belgrado o cuando consta rezagado en la lista de espera de Ariel Sharon, y me centro en la curiosa temporada del Real Madrid, tan perjudicada, creo, por la mayoría absoluta del PP.

Les queda a los madridistas la satisfacción posible de enviar al Barça a las tinieblas exteriores de la Liga de Campeones, pero también la inquietud de quedarse a solas con el único título que pueden conseguir. No es título menor. Al contrario, le vendría bien a las estanterías, de momento vacías, del centenario, pero entre el Barça del próximo miércoles y el infinito se cierne la sombra amenazadora del Manchester o del Bayer Leverkusen y una expectativa de fiesta pasada por lágrimas, definitivamente náufragos los tres mosqueteros, que son cuatro, Figo, Zidane, Raúl y Roberto Carlos. No quisiera sumar mis adivinaciones a los que insisten en el carácter gafe de las adhesiones inquebrantables del excelentísimo señor presidente del Gobierno. Hubo un tiempo en que la selección nacional temía sus declaraciones de respaldo porque equivalían a derrota, y durante la temporada 2001-2002 Aznar ha declarado varias veces su madridismo sin que a Florentino Pérez ni a Valdano se les haya torcido el gesto porque son unos caballeros.

Aznar ha querido sumar los probables títulos del Madrid a la mayoría absoluta del PP, y tal como van las cosas aparecen mucho más peligrosas para esa mayoría las derrotas del Real Madrid que las acciones opositoras de Rodríguez Zapatero. Es posible incluso que exasperada por la peligrosa pegajosidad de Aznar, la mayoría de madridistas, de confirmarse los malos presagios y los fastos valencianistas, pasaran su voto al PSOE o a alternativas más procelosas. Si llegáis solos ante Europa, os aconsejo, madridistas, que ni Aznar ni Solana os pisen los palcos.

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