Crítica:MÚSICA

Dos personalidades

La formación variable del Proyecto Guerrero, sucesor del Proyecto Gerhard, prosigue su labor dentro de una línea de gran interés, largo contraste y, a la vez, mucha coherencia. Esta vez se trataba de repensar la música española de los años sesenta a través de dos nombres altamente significativos: Xavier Montsalvatge, de la generación de 1916, y Luis de Pablo, de la de 1931. Dirigió Xavier Güell, que contó con los solistas Sylvia Torán, pianista, y María José Sánchez, soprano. Se llenó la sala de cámara del Auditorio de un público joven y discernidor que a buen seguro se extrañó al oír una obra...

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La formación variable del Proyecto Guerrero, sucesor del Proyecto Gerhard, prosigue su labor dentro de una línea de gran interés, largo contraste y, a la vez, mucha coherencia. Esta vez se trataba de repensar la música española de los años sesenta a través de dos nombres altamente significativos: Xavier Montsalvatge, de la generación de 1916, y Luis de Pablo, de la de 1931. Dirigió Xavier Güell, que contó con los solistas Sylvia Torán, pianista, y María José Sánchez, soprano. Se llenó la sala de cámara del Auditorio de un público joven y discernidor que a buen seguro se extrañó al oír una obra como Cesuras, de Luis de Pablo (1963), lo mismo que ante sus anteriores Comentarios a dos textos de Gerardo Diego, de la resistencia de la melomanía de entonces a unas creaciones claras, lógicas, bien pensadas y realizadas dentro de un espíritu innovador. Pentagramas que conservan interés y frescor y, a la altura de hoy, anuncian no poco de lo que iba a ser la aportación, ya cuantiosa, de De Pablo a la música contemporánea. Mediada la década, nacen las dos versiones del Módulo I, estrenadas por Boulez en Darmstadt. Xavier Güell cedió para la segunda versión la batuta a José Luis Temes quien juntó competencia y entusiasmo, de los que se benefició una música vivísima, plena de colores, imaginativa y hasta plástica.

Ciclo Música de hoy. Proyecto Guerrero

Director: X. Güell. Solistas: Sylvia Torán y María J. Sánchez. Auditorio Nacional. Madrid, 25 de abril.

La pianista Sylvia Torán tocó la Sonatina para Yvette, de Montsalvatge, con claridad, garbo y gran virtuosismo, antes de que el programa concluyera con las Cinco invocaciones al crucificado, escritas para las Semanas de Cuenca, 1969, basadas en viejos textos de Fortunatus, Da Todi, Flory, Íñigo de Mendoza y Llull. Música de honda espiritualidad muy dentro de las más intensas emociones tradicionales de Cataluña, encontró en María José Sánchez una intérprete sobria, segura y expresiva, cualidades que habían presidido su versión de los Comentarios de Gerardo Diego. En resumen, una jornada de superior atractivo.

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