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En coche o en avión con el bebé

La llegada de un bebé no tiene por qué suponer el fin de los viajes. Sólo hace falta un poco de organización y atenerse a unas reglas básicas en cuanto a seguridad y equipaje que facilitarán las aventuras de toda la familia.

Si el medio de transporte elegido es el coche, es muy importante llevar a los niños en una silla portabebés homologada, que ejerza una protección especial sobre su columna vertebral, su cerebro y sus órganos abdominales. Hasta los nueve kilos de peso, el bebé puede ir en una silla regulable o incluso en el cuco o capacho, siempre y cuando éstos estén adaptados para ...

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La llegada de un bebé no tiene por qué suponer el fin de los viajes. Sólo hace falta un poco de organización y atenerse a unas reglas básicas en cuanto a seguridad y equipaje que facilitarán las aventuras de toda la familia.

Si el medio de transporte elegido es el coche, es muy importante llevar a los niños en una silla portabebés homologada, que ejerza una protección especial sobre su columna vertebral, su cerebro y sus órganos abdominales. Hasta los nueve kilos de peso, el bebé puede ir en una silla regulable o incluso en el cuco o capacho, siempre y cuando éstos estén adaptados para viajes. A partir de los nueve meses y hasta los tres años, cuando el bebé pesa entre 9 y 18 kilos, es conveniente utilizar sillas rígidas especialmente diseñadas para que, en caso de choque, el impacto se distribuya por el cuerpo del niño de manera que se produzca el daño mínimo. Hay que tener en cuenta que un bebé no debe viajar jamás en brazos de un adulto. Al frenar de repente, el niño puede saltar por los aires.

De nada sirven las sillas especiales si no se colocan correctamente. Lo mejor es situar al bebé en el asiento trasero y en sentido contrario a la marcha del vehículo. Hay que evitar el asiento delantero, sobre todo si el coche dispone de airbag a la derecha del conductor, un sistema diseñado para proteger cuerpos de adultos pero que puede aplastar y asfixiar a personas de menos de 50 kilos. La silla debe ir sujeta con el cinturón de seguridad al vehículo y el bebé debe ir inmovilizado con un arnés de doble cierre que no se pueda desabrochar por sí solo.

En avión

A la hora de coger un avión, lo primero es consultar al pediatra. En principio se aconseja esperar a que el bebé tenga al menos tres semanas de vida antes de subirlo a un avión, aunque hay médicos que permiten volar desde los primeros días. Sin embargo, otros profesionales recomiendan esperar a que el bebé tenga sus primeras vacunas, para protegerle de los gérmenes de aeropuertos y aviones. Una vez decididos a volar, lo primero es avisar a la compañía aérea de que se viajará con un bebé, para que traten de asignar un asiento cómodo. Seguramente preguntarán la edad del niño para determinar si se le debe cobrar medio billete o no. En general, las líneas aéreas no exigen comprar medio pasaje a los menores de dos años, aunque se avecinan cambios en la normativa. Aunque hoy por hoy se puede viajar con los menores de dos años en el regazo, algunas compañías están estudiando la exigencia de cinturones de seguridad para niños pequeños en los aviones civiles con el fin de protegerlos en caso de turbulencias, la principal causa de heridas entre los pasajeros.

El cochecito y la silla del bebé pueden facturarse, aunque lo mejor es llevarlos directamente hasta la puerta de embarque, lo que permitirá caminar más cómodos por el aeropuerto y acceder a ellos nada más aterrizar. Además, así recibirán un trato más delicado. Si la familia es muy viajera, lo mejor es que sea prevenida a la hora de comprar el coche y la silla. Los más cómodos para viajes son los que cierran a modo de paraguas.

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Una vez en el avión, es bueno dar al niño el pecho o el biberón de agua en el momento del despegue y el aterrizaje para aliviar la presión de los oídos. También es importante planear los horarios. Lo mejor es que el vuelo coincida con la hora de dormir del bebé para evitar llantos durante el vuelo.

El equipaje

Es fundamental llevar comida de sobra cuando se viaja con un bebé. En la maleta no deben faltar los calientabiberones (los hay especiales para el coche), el esterilizador, al menos dos biberones grandes y dos llenos de agua, una cuna de viaje (si el bebé no ha pasado de los seis meses, puede dormir en el cuco, lo que evita cargar con la cuna portátil, demasiado grande para él), sábanas, una manta saco y un botiquín con gasa estéril, algodón, esparadrapo, alcohol de 70 grados, termómetro, tijeras...

Si se viaja a lugares cálidos será necesaria una sombrilla para la silla y la mochila portabebés. También es crucial llevar pañales y toallas desechables para la limpieza del bebé. Además, no debe olvidarse la muda extra de ropa entre el equipaje de mano. En cuanto al papeleo, hay que llevar encima la cartilla de la Seguridad Social o del seguro médico privado, la cartilla de vacunas y el teléfono del pediatra y del ambulatorio más cercano.

Una vez en el destino

En caso de que en el destino elegido haya un clima muy distinto al que está acostumbrado, cuidado, pero sin exagerar. Si hace frío, debe vestirse al bebé con distintas capas de ropa, pero sin abrigarlo exageradamente. En caso de que sea verano, es más fácil. Lo único que hay que cuidar son las brisas, los aires acondicionados o los cambios bruscos de temperatura.

En el hotel o apartamento

Al hacer la reserva conviene preguntar si el hotel o el apartamento dispone de cunas y reservar una con antelación suficiente para que no haya problemas de existencias. Una vez instalados en la habitación, hay que verificar detalles como en casa. Por ejemplo: tapar enchufes, retirar objetos que puedan caer fácilmente, asegurar las puertas y/o ventanas para evitar que el niño se escape, reforzar las esquinas de los muebles...

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