El espíritu provocador de Alfred Jarry llega a La Abadía con 'Ubú Rey'

El montaje vanguardista del director catalán Àlex Rigola se estrena hoy

Desde 1896, fecha de su escandaloso estreno, se ha considerado a Ubú, el personaje de Alfred Jarry, como un símbolo literario de la brutalidad. El director catalán Àlex Rigola ha intentado recuperar toda la ferocidad, el carácter provocador y la mirada crítica sobre el poder que encierra Ubú Rey en un montaje, deliberadamente salvaje, que se estrena hoy en el teatro de La Abadía, en Madrid, con actores formados en el propio centro.

Los espectadores del estreno de Ubú Rey, en el París burgués de 1896, se revolvieron en sus butacas cuando oyeron la primera palabra del texto,...

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Desde 1896, fecha de su escandaloso estreno, se ha considerado a Ubú, el personaje de Alfred Jarry, como un símbolo literario de la brutalidad. El director catalán Àlex Rigola ha intentado recuperar toda la ferocidad, el carácter provocador y la mirada crítica sobre el poder que encierra Ubú Rey en un montaje, deliberadamente salvaje, que se estrena hoy en el teatro de La Abadía, en Madrid, con actores formados en el propio centro.

Los espectadores del estreno de Ubú Rey, en el París burgués de 1896, se revolvieron en sus butacas cuando oyeron la primera palabra del texto, Merdre (Mierda). Àlex Rigola, al afrontar un nuevo montaje de Ubú Rey, era consciente que ese término, que ni siquiera responde a la palabra original, hoy sólo haría sonreír a algún niño. Así que buscó un equivalente en el lenguaje de nuestros días, y encontró una frase que para algunos será una blasfemia y para otros, los más piadosos, una burrada. A partir de ahí, Rigola y su equipo pretenden que los espectadores también se remuevan en sus butacas, aunque cada uno lo haga por razones distintas.

No faltan en este Ubú, el rey traidor y asesino de una Polonia imaginaria, los elementos propios del personaje: ambición, codicia, ignorancia, actitudes burguesas, corrupción, violencia... Como en el original, todo se mueve entre la risa y el horror. 'Este montaje debe verlo cualquier persona con la mente abierta y especialmente los que ostentan algún tipo de poder', señala el director.

Alfred Jarry (Laval, 1873-París, 1907), que tuvo una vida intensa, disoluta y excéntrica, fue el creador de la patafísica y precursor del dadaísmo, el surrealismo y el teatro del absurdo. Renovador de la escritura dramática y de la dirección escénica, fue también poeta, pintor y grabador. Con quince años creó su universalmente famoso personaje al escribir Ubú Rey y Ubú cornudo. Este patético dictador (que más tarde protagonizaría un ciclo de obras y dibujos) nació para ser representado con amigos y para mofarse de algún profesor.

'Desde el punto de vista dramático, es de las obras más malas que he leído, pero su contenido es totalmente actual', señala Àlex Rigola, que ha añadido algún fragmento de Macbeth, de Shakespeare, a su versión. Rigola, con este estreno, debuta en Madrid a pesar de ser uno de los valores más conocidos y premiados del teatro catalán.

El Ubú de Rigola toma elementos de dictadores de los últimos cien años. 'No sólo están ahí Hitler, Franco o Trujillo, sino que tampoco quiero olvidar que hay una nueva dictadura unida al fenómeno del neoliberalismo y, por tanto, también he metido a George Bush, a José María Aznar o al Papa', dice el director.

Rigola es consciente de que su lectura de la obra puede volver hoy, en 2002, a escandalizar. 'He intentado no traicionar a Jarry. Él escandalizó a la alta nobleza y a la burguesía, no a los intelectuales de la época ni al pueblo llano; puede que esta vez ocurra lo mismo', dice, y añade: 'Hay dos Ubús en nuestra sociedad, Homer Simpson y Torrente, ambos tienen los mismos rasgos'.

Para Sandro Cordero, que interpreta a Ubú, su personaje no sólo es grotesco y límite. 'El compendio de maldades que vemos en él, en mayor o menor medida las tenemos todos, sólo hay que escarbar', dice. La actriz Patricia Luna, que hace de Madre Ubú, añade: 'Lo que se pretende con la obra es hurgar en las diferentes formas de denuncia'. Estos dos intérpretes encabezan un reparto de once actores, en un montaje que incluye escatologías varias, violaciones, palizas, blasfemias, desnudos integrales, violencia de todo tipo, situaciones límite y burlas reconocibles a personajes contemporáneos. Además, Rigola ha añadido sarcasmos, nihilismos y música reciente que va del rock más puntero al Ne me quittes pas, de Jacques Brel.

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