Crítica:CLÁSICA

Altos momentos líricos

Una vez más, Helmut Rilling, sus formaciones corales e instrumentales de Stuttgart y un grupo de cualificados solistas han ofrecido al público de Ibermúsica La Pasión según San Juan, quizá no tan importante y dramática como la basada en el Evangelio de San Mateo, pero sí cargada de tantas bellezas que la han hecho perdurar. Hans Rilling (Stuttgart, 1935) forma en la lista de directores y pedagogos que han consagrado, casi por entero, su existencia y su vocación a la inmensidad oceánica de la obra del Cantor de Santo Tomás. Su pensamiento musical frente a Bach parece determinado por la b...

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Una vez más, Helmut Rilling, sus formaciones corales e instrumentales de Stuttgart y un grupo de cualificados solistas han ofrecido al público de Ibermúsica La Pasión según San Juan, quizá no tan importante y dramática como la basada en el Evangelio de San Mateo, pero sí cargada de tantas bellezas que la han hecho perdurar. Hans Rilling (Stuttgart, 1935) forma en la lista de directores y pedagogos que han consagrado, casi por entero, su existencia y su vocación a la inmensidad oceánica de la obra del Cantor de Santo Tomás. Su pensamiento musical frente a Bach parece determinado por la búsqueda del buen orden, la belleza austera, que, por supuesto, no rehúye los altos momentos líricos y, en suma, la normalidad.

Ciclo Orquestas del Mundo

Gachinger Kantorei y Bach Collegium Stuttgart. Director: H. Rilling. Auditorio Nacional. Madrid, 6 de marzo.

Sin aceptar la herencia romántica, tampoco se convirtió Rilling -sucesor de Kurt Thomas en Francfort- en seguidor, sin condiciones, de la corriente historicista. Y lo cierto es que el resultado de sus planteamientos se aceptan y aplauden como ahora ha sucedido en el auditorio de Príncipe de Vergara.

La pasión según San Juan, antes que más o menos genial que su compañera sobre san Mateo, es radicalmente distinta. En dimensiones, en intimidad, en mayor concisión del componente dramático, en el tratamiento de los corales, arias, ariosos, coros, todo se ciñe en la primera pasión, estrenada por Bach en la iglesia de San Nicolás de Leipzig el Viernes Santo de 1724. No desarrolla los recitativos con tanta riqueza, ni asume tan vivamente la presencia del pueblo, pero nos llega como una extensa oración más que como monumental representación.

Una cincuentena de instrumentistas y cantores llevaron a cabo con perfección y flexible expresividad toda la obra y, en el caso de los solistas, las voces femeninas -y al decir voz integro en el término el arte que las mueve- se alzaron sobre las masculinas tanto en el caso de la soprano Sybila Rubens como en el de la contralto Ingeborg Danz. Con ellas aplaudimos a los barítonos Sebastian Noack y Morten Ernst Lassen, todos bien identificados con las directrices y la larga experiencia de Helmut Rilling. Lleno hasta la bandera y reacción entusiasta.

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