El Valencia traspasa al delantero noruego Carew al Fulham inglés por 13,2 millones de euros

El grandullón John Carew, entusiasta de los coches de lujo y las mujeres despampanantes, buscaba una mirada compasiva por el aeropuerto de Glasgow en la noche del pasado 6 de diciembre. No había muchas. Acababa de firmar una pésima actuación ante el Celtic. El Valencia había pasado en los penaltis a la siguiente ronda de la Copa de la UEFA, pero Carew había estado mal, muy mal. Hasta tal punto que los dirigentes valencianistas llegaron allí mismo a la conclusión de traspasarlo. ¿A quién? 'Seguro que pica algún club inglés', afirmó uno de ellos.

Un mes después de enfrentarse al Celtic, e...

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El grandullón John Carew, entusiasta de los coches de lujo y las mujeres despampanantes, buscaba una mirada compasiva por el aeropuerto de Glasgow en la noche del pasado 6 de diciembre. No había muchas. Acababa de firmar una pésima actuación ante el Celtic. El Valencia había pasado en los penaltis a la siguiente ronda de la Copa de la UEFA, pero Carew había estado mal, muy mal. Hasta tal punto que los dirigentes valencianistas llegaron allí mismo a la conclusión de traspasarlo. ¿A quién? 'Seguro que pica algún club inglés', afirmó uno de ellos.

Un mes después de enfrentarse al Celtic, el Valencia ha traspasado a Carew al Fulham por 13,2 millones de euros (2.200 millones de pesetas), 3,6 millones de euros (600 millones de pesetas) más de lo que costó cuando fue fichado hace año y medio al Rosenborg, noruego.

Carew, de madre noruega y padre africano, tiene gran predicamento en el fútbol británico. El Arsenal ya se interesó por él el pasado verano. Sus características, de hecho, son muy valoradas en las islas: enorme potencia, rapidez en largas distancias y disparo duro. Curiosamente, él admira a jugadores de un perfil muy distinto: su casa está repleta de vídeos de Pelé y de Maradona. Carew llegó a Mestalla en junio de 2000 como un diamante en bruto. Cúper lo exprimió físicamente. Lo hizo jugar casi tanto en defensa como en ataque, convirtiéndole en un central más en los córners y las faltas en contra. Rindió por encima de lo previsto y fue de lo mejor del Valencia en la pasada final de la Copa de Europa. Pero Mestalla receló desde el principio de la poca naturalidad de su fútbol. Su mayor virtud (los 194 centímetros de altura, los 88 kilos y los 21 años) resultó, a su vez, su peor defecto.

En los últimos decenios, el público valencianista se ha mostrado refractario al delantero de físico contundente pero poco habilidoso en el manejo del cuero. Los ejemplos son numerosos: el fallecido Rommel Fernández, Pizzi, Lucarelli, Diego Alonso... El gusto de Mestalla transcurrió más por la clase mundial de Kempes, la calidad de Mijatovic, la velocidad del Piojo o la mezcla de aquellos que combinaron la potencia con el toque: Penev y Morena. No obstante, sí hay antecedentes de todo lo contrario: Mundo, un atleta rotundo que en los cuarenta marcó casi un gol por partido y ganó tres Ligas con el Valencia.

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