Urzaiz emula a Zarra

A muchos de los espectadores del domingo en San Mamés les vino a la cabeza una imagen mítica de Zarra, perpetuada en carteles y calendarios, cabeceando a la red, cuando vieron marcar a Urzaiz el primer gol al Zaragoza. Un salto largo, elevadísimo, ganándole al central la posición, con los brazos extendidos para dominar el terreno y cabeceando con suavidad al poste contrario, anulando al portero.

Era el minuto 3 y Urzaiz había dejado una de sus improntas como delantero: rematador nato, ante un defensa acreditado en el juego aéreo, Paco, que le siguió, atónito y descolocado, con la mirada...

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A muchos de los espectadores del domingo en San Mamés les vino a la cabeza una imagen mítica de Zarra, perpetuada en carteles y calendarios, cabeceando a la red, cuando vieron marcar a Urzaiz el primer gol al Zaragoza. Un salto largo, elevadísimo, ganándole al central la posición, con los brazos extendidos para dominar el terreno y cabeceando con suavidad al poste contrario, anulando al portero.

Era el minuto 3 y Urzaiz había dejado una de sus improntas como delantero: rematador nato, ante un defensa acreditado en el juego aéreo, Paco, que le siguió, atónito y descolocado, con la mirada.

Pero Ismael Urzaiz tiene un repertorio más amplio. Su potencia, cuando arranca, es tan desequilibrante como la velocidad. Un balón largo, que el Zaragoza erró en el corte, lo corrió Urzaiz en diagonal, en dirección al banderín de córner. En una décima de segundo recortó hacia su derecha, dejando a los dos centrales zaragocistas con dos palmos de narices. Giró su poderosa cintura y disparó raso y cruzado hacia su poste izquierdo. Si en en el primer gol emuló a Zarra, el segundo fue un ejercicio de sabiduría y técnica individual.

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