Crítica:ROCK | BIG SOUL

Trío feliz y bohemio

Como siempre resulta más oportuno caer en gracia que ser gracioso, este trío de San Francisco, al que pocos conocerán en su tierra natal, continúa extendiendo su éxito por el más benévolo para ellos continente europeo. Más de un cuarto de millón de copias vendieron de su primer disco, aquel que contenía sus dos grandes éxitos hasta la fecha: Le brio, interpretado en francés, y Hippy hippy shake, uno de los clásicos de las pistas de baile europeas de los últimos cinco años y ahora aún más popular por ser soporte sonoro de un anuncio publicitario. Eso fue a mediados de los noventa,...

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Como siempre resulta más oportuno caer en gracia que ser gracioso, este trío de San Francisco, al que pocos conocerán en su tierra natal, continúa extendiendo su éxito por el más benévolo para ellos continente europeo. Más de un cuarto de millón de copias vendieron de su primer disco, aquel que contenía sus dos grandes éxitos hasta la fecha: Le brio, interpretado en francés, y Hippy hippy shake, uno de los clásicos de las pistas de baile europeas de los últimos cinco años y ahora aún más popular por ser soporte sonoro de un anuncio publicitario. Eso fue a mediados de los noventa, cuando un tenaz dj fue literalmente a buscarles a San Francisco para que se trasladaran a Francia a grabar con la filial de Sony en el país galo.

Big Soul

Caroline Wampole (bajo y voz), Kelleth Chinn (voz y guitarra) y Deane Jenkins (batería). Sala Arena. 2.150 y 2.500 pesetas. Madrid, martes 6 de noviembre.

El tiempo ha pasado y no ha hecho más que confirmar las buenas sensaciones de aquel dj. Como demostraron en la entregada actuación en directo que es motivo de esta crítica, este trío feliz y bohemio no necesita apelar al virtuosismo instrumental para hacer pasar al respetable una hora y media de puro entretenimiento bailable. Más bien lo que les funciona de manera natural es la mezcla entre funk, hip hop y rock al estilo de los sesenta. Eso y los sonidos pregrabados, más parecidos a onomatopeyas de cómics, que van sonando y complementando lo que ellos hacen con sus propias manitas sobre el escenario.

El resultado es de una levedad muy de agradecer, completamente sobrio en su planteamiento sonoro y donde apenas resaltan las habilidades de Chinn, guitarrista de capacidades medidas pero de los que confiere personalidad y sonido a un grupo. O la simpleza e infantilidad del bajo de Caroline Wampole.

Sin embargo, lo importante de Big Soul es su capacidad para hacer melodías pegadizas sin parar y esa impresión liviana que dan, como de personajes de una serie de dibujos animados musicales. Eso es lo que hace de ellos un grupo realmente diferente.

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