Reportaje:Fórmula 1 | AUTOMOVILISMO

Un negocio con pocas sorpresas

Ferrari dominará en 2002 con BMW de rival y las incógnitas de Mercedes, Renault y Ford

En este negocio las sorpresas son escasas. Cuando se dan, acostumbran a ser en negativo, procedentes de errores de cálculo. Los éxitos inesperados ya casi no se producen. Las cartas de la temporada que viene ya se han repartido y, dada la amenaza de recesión económica, se ha puesto imposible encontrar dinero para cambiar el juego. Sólo los grandes constructores seguirán invirtiendo, porque finalmente se trata de su propio negocio. Las jerarquías, pues, parece que se mantendrán, aunque con ligeros cambios.

- Ferrari. La crisis de Fiat no parece afectar a Ferrari. Pocos dudan de que se m...

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En este negocio las sorpresas son escasas. Cuando se dan, acostumbran a ser en negativo, procedentes de errores de cálculo. Los éxitos inesperados ya casi no se producen. Las cartas de la temporada que viene ya se han repartido y, dada la amenaza de recesión económica, se ha puesto imposible encontrar dinero para cambiar el juego. Sólo los grandes constructores seguirán invirtiendo, porque finalmente se trata de su propio negocio. Las jerarquías, pues, parece que se mantendrán, aunque con ligeros cambios.

- Ferrari. La crisis de Fiat no parece afectar a Ferrari. Pocos dudan de que se mantendrá el implacable dominio que ha ejercido Michael Schumacher en los dos últimos años. Los de Maranello ya se permitieron utilizar el material de la próxima temporada en los últimos grandes premios de este año, y con éxito. Van un paso por delante de todos los demás y sólo tienen que preocuparse de que nada cambie, ni siquiera un segundo piloto tan previsible y controlable como el brasileño Rubens Barrichello.

- BMW. Otro tanto quiere hacer el aspirante a sucederle. Para BMW éste tiene que ser el primer intento de ganar el título. Frank Williams lo mantiene todo igual, hasta el punto de que ha forzado la renovación de Marc Gené como piloto probador y, tal vez, como garantía de futuro cuando a finales de 2002 se acabe el contrato de Ralph Schumacher y Juan Pablo Montoya. Tienen, sin duda, el mejor motor, por lo menos el que más potencia desarrolla, pero padecen algunos puntos débiles: discrepancias entre sus dos pilotos, poca regularidad de los neumáticos Michelin, amén de los derivados del chasis y la aerodinámica.

- Mercedes. Para la marca alemana ha sido un mal año, el de su declive. Con la salida de Mika Hakinen, McLaren se encamina hacia una renovación. En la casa de Stuttgart ya han reconocido que el proyecto que les llevó a dos campeonatos del mundo ha acabado su ciclo. Desde hace meses el constructor alemán y su filial británica, Illmor, desarrollan un nuevo motor con un ángulo mucho más abierto entre los cilindros, un peso más reducido y un aumento de las revoluciones. La llegada del piloto de moda, el finlandés Kimi Raikonnen, apunta en el sentido de no buscar el éxito inmediato, sino preparar un futuro sólido. Para David Coulthard el 2002 puede ser un año muy difícil.

- Renault. El constructor francés ya no podrá pasar otro año en la oscuridad. La próxima temporada correrá ya bajo su nombre -Benetton desaparece- y ha fichado al que muchos consideraron el piloto más en forma de la temporada pasada, el italiano Jarno Trulli. La apuesta tiene nombre español. Flavio Briattore apuesta fuerte por el niño prodigio Fernando Alonso. Lo prestó un año a Minardi, pero ahora lo reclama ya como piloto de pruebas. Si la historia sigue el guión previsto, el asturiano puede encontrarse en condición de disputar el título dentro de un par o tres temporadas. Y tendrá tan sólo 24 años. Mientras tanto, el 2002 será para Renault un año decisivo, en el que el motor revolucionario que ha diseñado tiene que empezar a enseñar los dientes. Para Trulli ya no hay excusas; para Jenson Button, que empieza a convertirse en la eterna joven promesa, tampoco.

- Ford. Sus motores equiparán dos escuderías: Jaguar y Arrows. Mucho tiene que mejorar el equipo de Pedro de la Rosa y Eddie Irvine para escapar de la mediocridad. Y parece que desde la central de Detroit, pese al éxito comercial que para la casa Jaguar está suponiendo su presencia en la fórmula 1, no llegan fondos. Niki Lauda ha reorganizado el equipo, pero no hay buenos augurios para un futuro inmediato.

- Toyota. Los japoneses son un enigma. Que el segundo constructor mundial de automóviles se lance a la F-1 con un equipo aparentemente tan poco brillante puede significar dos cosas: que Ove Anderson, el director del invento, el hombre que desde su taller de Colonia les llevó a conquistar el Mundial de rallies, tiene una carta escondida bajo la manga, o que se han equivocado. En cualquier caso, ni Mika Salo ni el desconocido escocés McNish parecen en condiciones de destacar.

- Honda. La marca japonesa sigue sin saber qué hacer. El fracaso del proyecto BAR, de Craig Pollock, les llevó a proporcionar sus motores a Eddie Jordan. El resultado ha sido que ni uno ni otro han funcionado, más allá de algunas carreras sueltas, y en todo caso, siempre muy lejos de la cabeza. Jordan ya ha encontrado sustituto. En 2003 se equipará con motores Volkswagen, sea con el nombre VW, Audi, Lamborghini o Bugatti, que junto con Bentley, Seat y Skoda son las marcas de la casa de Wolsburg. Esta tesitura crea problemas añadidos a los japoneses. Es una lástima para una marca que forma parte de la historia de la F-1. En BAR siguen Jacques Villeneuve y Olivier Panis, dos ilustres veteranos que no levantan cabeza.

- Los independientes. Para ellos cada año es un milagro. Para todos menos para el sistemático Peter Sauber. El patrón suizo, que construyó su sueño de correr en F-1 gracias al dinero con que le indemnizó Mercedes por quitarle el motor, consigue sacar oro de las piedras. La venta del contrato de Raikonnen le ha proporcionado un buen dinero, en Ferrari siguen dándole buenos motores y el alemán Heidfeld es un excelente piloto. Además, cuenta con el patrocinio de la petrolera malaisia Petronas. La pasada hizo una temporada fantástica. Todo está a su favor.

- Prost y Minardi. El gran campeón francés no tiene dinero ni motor, ni pilotos. El equipo italiano, propiedad del australiano Paul Stoddart, tiene al menos el motor Asiatech, el antiguo Peugeot, y un piloto malaisio que le aportará patrocinadores. Si el año pasado fue Minardi el que no supo hasta el último momento si estaría o no en la parrilla de salida, este año será Prost.

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