El Málaga cae preso del juego trabado

El Sevilla sacó ayer petróleo del juego trabado, un guión que impuso desde el primer minuto, y del que supo beneficiarse mejor que el Málaga. Cuando uno sale al campo a no proponer nada, lo mejor es no dejar al contrario hacer lo suyo. Con esta premisa, el equipo de Caparrós se encargó de parar el juego lo máximo posible mediante una clara y vieja consigna: que pase el balón o el hombre, pero no los dos.

El conjunto de Peiró quedó preso de las interrupciones y de una defensa sevillista muy bien plantada. Los centrales ahogaron a Dely Valdés y Canabal, este último especialmente desacerta...

El Sevilla sacó ayer petróleo del juego trabado, un guión que impuso desde el primer minuto, y del que supo beneficiarse mejor que el Málaga. Cuando uno sale al campo a no proponer nada, lo mejor es no dejar al contrario hacer lo suyo. Con esta premisa, el equipo de Caparrós se encargó de parar el juego lo máximo posible mediante una clara y vieja consigna: que pase el balón o el hombre, pero no los dos.

El conjunto de Peiró quedó preso de las interrupciones y de una defensa sevillista muy bien plantada. Los centrales ahogaron a Dely Valdés y Canabal, este último especialmente desacertado. Y ese fue el pecado local, el desacierto y la falta de entrada en juego de los puntas. Además, el Sevilla presionó y su rival lo notó. En la reanudación, el Málaga hizo propósito de buen juego. Lo consiguió y tuvo unos primeros diez minutos de absoluta brillantez. Pero el gol se resistía, no era el día de los puntas. Cuando el Málaga estaba maltratando a su rival, éste se acercó a balón parado y sacó un penalti de los innecesarios. El gol dejó aturdido al cuadro de Peiró y puso el punto final del juego, un estancamiento que se acentuó cuando Casquero puso la puntilla con una falta que rebotó en un defensa y despistó a Contreras.