Tierra de seísmos

La parte oriental de Andalucía ha sido, a lo largo de la historia, por sus características geológicas, tierra de seísmos. El movimiento de las placas tectónicas que dieron lugar a Sierra Nevada, y que se mantiene en plena actividad hace que, por ejemplo, en Granada se registren a diario miles de microterremotos imperceptibles. También ha propiciado que, desde hace años, los expertos en movimientos sísmicos hayan anticipado la posibilidad de terremotos de cierta intensidad.

Desde el siglo IX hasta el año 1999 se registraron 55 grandes terremotos, con intensidades de entre VII y X (ésta ú...

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La parte oriental de Andalucía ha sido, a lo largo de la historia, por sus características geológicas, tierra de seísmos. El movimiento de las placas tectónicas que dieron lugar a Sierra Nevada, y que se mantiene en plena actividad hace que, por ejemplo, en Granada se registren a diario miles de microterremotos imperceptibles. También ha propiciado que, desde hace años, los expertos en movimientos sísmicos hayan anticipado la posibilidad de terremotos de cierta intensidad.

Desde el siglo IX hasta el año 1999 se registraron 55 grandes terremotos, con intensidades de entre VII y X (ésta última es la máxima intensidad) en zonas como Córdoba, Almería o Granada.

Fue en Granada, el pueblo de Arenas del Rey, donde el día de Navidad de 1884 se registró el terremoto de máxima intensidad y del que aún hoy pervive su recuerdo. Cayó el 90% de las casas y el resto quedó seriamente dañado. Murieron 135 personas. Tal fue la catástrofe que el pueblo tuvo que ser reconstruido en otra zona.

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Hace tiempo que la provincia no registra terremotos de envergadura. Los expertos alertan que, de acuerdo con la estadística, es más que probable que en un futuro no muy lejano se produzca uno, aunque las actuales condiciones de edificación propician que las consecuencias no sean tan graves como en otros tiempos.

Otro de los terremotos históricos ocurrió en 1431 en Granada. La Alhambra, entonces habitada, supo resistirlo lo que ofrece, a juicio de Asma Cheddadi, una muestra de la inteligencia arquitectónica de los musulmanes granadinos, que supieron elegir adecuadamente el suelo donde construir la ciudadela nazarí. Cuenta la leyenda -y parece ser sólo leyenda- que fue un terremoto registrado en 1526 el que pudo hacer desistir a Carlos V de establecer su corte en Granada.

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