"He perdido la pasión por el ciclismo"

Sorprendentemente, José María Jiménez, el Chava, el corredor espectáculo, el más imprevisible de la Vuelta, no es un hombre feliz. Lleva ganadas tres etapas, viste el maillot de rey de la montaña, encabeza la clasificación de la regularidad... Pero está triste. Nada tiene que ver con ello su petardazo en Aitana. Su problema tiene otra procedencia. Pesa demasiado en su cabeza el nuevo estilo de sus relaciones con sus directores en el ibanesto.com, Eusebio Unzue y José Miguel Echávarri, quienes decidieron hace tiempo dejar de tratarle como al hijo al que se le perdonan todos los pe...

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Sorprendentemente, José María Jiménez, el Chava, el corredor espectáculo, el más imprevisible de la Vuelta, no es un hombre feliz. Lleva ganadas tres etapas, viste el maillot de rey de la montaña, encabeza la clasificación de la regularidad... Pero está triste. Nada tiene que ver con ello su petardazo en Aitana. Su problema tiene otra procedencia. Pesa demasiado en su cabeza el nuevo estilo de sus relaciones con sus directores en el ibanesto.com, Eusebio Unzue y José Miguel Echávarri, quienes decidieron hace tiempo dejar de tratarle como al hijo al que se le perdonan todos los pecados. Es un sentimiento recíproco. 'Antes eran mis padres y ahora sólo mis directores', dice en esta entrevista, hecha antes de la etapa de ayer; 'he perdido la pasión por el ciclismo'.

'Para mí, Eusebio Unzue y José Miguel Echávarri eran mis padres, y ahora mismo los tengo de directores, sólo como directores'
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Pregunta. La gente dice que es una lástima; que, si tuviera más cabeza, no ganaría sólo etapas, sino también la Vuelta.

Respuesta. La gente se equivoca. El que mejor me conoce soy yo. Si tuviera la oportunidad, la aprovecharía; tampoco soy tonto. Creo que todo lo que llevo dentro lo aprovecho al máximo. Además, prefiero ganar una etapa y que pongan grande un titular mío que acabar el cuarto en la general y me pongan en letras pequeñas.

P. Tiene cuerpo de contrarrelojista, piernas de contrarrelojista, y se niega a andar en las contrarreloj llanas. Eso es un desperdicio.

R. Puede que por fuera tenga cualidades de contrarrelojista, pero por dentro soy un escalador puro. Cuanto más duro es el terreno, más cómodo voy. El otro día, en la cronoescalada, me daba cuenta de que me dolían las piernas la mitad que en llano.

P. Pero eso es porque sólo se siente bien cuando sabe que va a ganar. Si cree que no gana, pasa.

R. Eso lo tengo claro. Lo tengo comprobado. Cuando gano, gano. Y cuando pierdo, lo pierdo todo. En la misma cronoescalada hubo un momento en que levanté el pie porque Eusebio, el director, se equivocó y me dijo que Heras me sacaba 11 segundos. Y, curiosamente, eso fue clave porque al levantar el pie me recuperé bastante y cuando a los dos kilómetros me dijo que llevaba el mismo tiempo saqué la diferencia.

P. ¿Reconoce que eso es un defecto?

R. Un defecto o una virtud, porque me ha ido bien en mi carrera. Mire ahora mismo la repercusión que hay y el beneficio que he sacado. Y hasta cuando he ido mal me han dedicado muchas hojas. Y eso tiene mucho valor; sobre todo, cuando lo comparo con gente que ha hecho quinto o sexto en el Giro, el Tour o la Vuelta y están mucho peor recompensados que yo.

P. Así, lo único que hace es volver loca a la afición. Nunca sabe a qué atenerse. Le odia porque no es respetuoso con lo que le ha dado la naturaleza.

R. Hay dos clases de aficionados. Es impresionante lo que estoy viendo por las cunetas. Me recuerda a lo que viví en Madrid en la Vuelta del 98. Aquél al que le gusta mi manera de correr me defiende a muerte hasta cuando fallo. Y el que es pura envidia me da la razón cuando lo hago bien y palos cuando lo hago mal.

P. Y el desperdicio del talento...

R. Puede ser que me conforme con lo que tengo. Pero creo que lo que tengo me basta.

P. Habla como si fuera un fenómeno de masas.

R. A veces salgo a correr más para que disfrute la gente, para que esté contenta, que para anotarme una carrera en el palmarés.

P. A veces, no parece que piense mucho en el equipo. Sus relaciones con sus directores han pasado por momentos tensos. Su retirada de la Vuelta pasada, su no convocatoria para el Tour...

R. Cuando me entrego, me entrego. Y he estado entregado al equipo toda mi vida. Si quieres a alguien y ese alguien te dice algo mal, te sienta mucho peor. Lo que diga la gente no me duele, pero los de casa...

P. Pero le vino bien no ir al Tour. Parece haber reaccionado.

R. Lo que estoy haciendo no es por represalia ni por demostrar nada. Es porque cuando yo quiero... El trabajo estaba hecho tanto para el Tour como para la Vuelta.

P. ¿Ha cambiado la situación ahora que vuelve a ganar?

R. No tiene nada que ver. Una cosa es que los tengas como directores y otra cosa... Pra mí, eran mis padres. Y ahora mismo los tengo de directores. A lo mejor no lo tenía que decir así, pero es así. Los siento como directores sólo.

P. ¿Pero lo de la Vuelta del año pasado no fue en parte culpa suya?

R. Son cosas que pasan. Ellos tienen que defender su trabajo y yo el mío. A lo peor el equivocado fui yo, que los tenía como padres y ellos me tenían como un trabajador, no como un hijo. Quizá no debería decirlo. Pero ellos me conocen lo suficiente como para saberlo. Mi mayor disgusto respecto al Tour fue enterarme por los periodistas de que no iba. La decisión en sí la respeto. Yo respeto a todo el mundo.

P. ¿No cree que quizá debería haber dado un puñetazo encima de la mesa y haber dicho que no corría la Vuelta de 2000, porque las consecuencias fueron peores para usted?

R. Las consecuencias han sido muy grandes, sí. Lo he pasado muy mal, mucho peor que cuando el no al Tour. Me faltaba la salud y fue lo peor de mi carrera. Tenía una mononucleosis desde el Tour y vine a la Vuelta porque esta carrera me ha dado mucho y la mononucleosis es una enfermedad que pasas cuatro días mal y uno bien. Y mi obsesión era la Vuelta. Pero también sé que tres días antes era incapaz de levantarme de la cama. Pero en el equipo nadie habla claro. Y luego pusieron en duda que me había pillado un coche, otro signo de desconfianza. Y eso poco a poco, poco a poco. Sabía que sólo podía salir de eso haciendo lo que he hecho. Este año me he entrenado y trabajado más que nunca.

P. ¿No cree que también ha dado motivos para que desconfíen?

R. Directamente, creo que no; indirectamente, hay muchos rumores, muchas cosas. Pero lo que he ganado nadie me lo ha regalado. Puede ser, pero creo que me conocen lo suficiente como para que confíen. Si llevo en el equipo más años que nadie será por algo.

P. ¿Qué habría hecho en el Tour ante Lance Armstrong?

R. Prefiero no decirlo. Es una duda que va a quedar para siempre. Pero, cuando me dijeron que no, hay alguien que sabía de mi estado de forma. Tengo testigos de que estaba como ahora mismo.

P. Y con eso, ¿qué?

R. Aguantar o reventar. Armstrong es superior en todo. Y, si hubiera entrado a su trapo, podría haberme lucido o podría haber reventado. Mi objetivo era ganar una etapa y la montaña. Era mi ilusión, mi objetivo.

P. Después de todo lo que pasó hasta su victoria en la Demanda, se supone que vivió allí su alegría más grande.

R. La ilusión de ganar, y lo que eso lleva consigo, puede ser que la haya perdido un poco por la decepción. Pero cuando gano me pongo contento, sobre todo por los que confían en mí, por la familia... Los gestos que hago son más por ellos que por la alegría de ganar. Si antes tenía pasión por el ciclismo ahora lo considero más un trabajo.

P. ¿El ciclismo no es lo primordial en su vida?

R. Cuando era joven, sí. Pero ahora es mi trabajo y, simplemente, trato de hacerlo lo mejor posible. He cambiado mucho. Cuando entré aquí, estaba superilusionado, queriendo ganar y llevándome las alegrías más grandes del mundo. Pero ahora noto que cuando gano, gano, pero no me alegro por mí, sino por los que confían en mí.

P. Eso suena a duro.

R. Es la vida. Puede ser porque he ganado bastante o porque es a lo que me han acostumbrado. Antes, cuando levantaba la mano, no lo cambiaba por nada. Y ahora noto que he ganado tres etapas y... nada.

P. ¿La expresión 'el Chava es el Chava' es real o un mito de la prensa?

R. Hay veces en que hasta yo mismo lo veo. Y volviendo a lo del equipo: si una vez, como en Sierra Nevada en el 97, estoy a punto de retirarme y después casi gano, y si hace diez días también estaba casi muerto y luego gano tres etapas, ¿por qué no en el Tour?

P. ¿Ha hecho esta reflexión a los directores?

R. No, no...

P. Usted es el corredor que más gana del equipo...

R. Sí, sí.

P. Con esta crisis, ¿le propusieron reducirle la ficha?

R. No. Incluso yo llegué a decirles que si les interesaba me iba del equipo y ellos dijeron que no, que para nada. No ha habido año en que no haya tenido ofertas buenas de tres o cuatro equipos, al mismo nivel. También tengo claro que como en éste no estaría en ninguna parte. Y seguramente no correré nunca en otro. Seguro que me retiro aquí, donde empecé.

P. ¿Piensa ya en la retirada a los 30 años?

R. El año que me queda de contrato seguiré y después ya veré. Será lo que diga la pasión. No quiero vivir para el trabajo. Y eso que no estoy gastado, para nada.

P. Pero ya tiene mentalidad de protector. Ahí se le ve cuidando a Mercado o Mercadillo, como usted le llama.

R. Es un chaval que cuanto más le conozco mejor me cae. Hasta ahora no me había parado a ver la gran clase que tiene, para arriba, en el llano, en el pelotón... Y, sobre todo, fuera de la bici. Se va a hartar de ganar carreras en alto. Es un tipo Heras.

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