A grito pelao

Dos cantaoras radicalmente distintas, dos concepciones del cante abiertamente en los antípodas. Tanto, que si cronológicamente las separan casi cincuenta años, artísticamente parecieran estar separadas por siglos.

Paquera de Jerez es el chorro de voz a grito pelao, primitivo y sin contemplaciones, que se produce a golpes de corazón -y a golpes de pecho, bien explícitos- y engancha de inmediato a la audiencia. Desde el primer ¡ay! hasta la última patada por bulerías, ya sin guitarra, todo lo que hace esta mujer es un puro desgarro. Y el público vibra constantemente a su son, con entusias...

Dos cantaoras radicalmente distintas, dos concepciones del cante abiertamente en los antípodas. Tanto, que si cronológicamente las separan casi cincuenta años, artísticamente parecieran estar separadas por siglos.

Paquera de Jerez es el chorro de voz a grito pelao, primitivo y sin contemplaciones, que se produce a golpes de corazón -y a golpes de pecho, bien explícitos- y engancha de inmediato a la audiencia. Desde el primer ¡ay! hasta la última patada por bulerías, ya sin guitarra, todo lo que hace esta mujer es un puro desgarro. Y el público vibra constantemente a su son, con entusiasmo. No le pidamos exquisiteces y matices, sólo el grito puro y duro pero arrebatador, que la guitarra de Parrilla conduce con su indudable magisterio.

Las exquisiteces habían venido por delante en la voz de Estrella Morente. Pero su pulcritud cantaora, su elaboración tan cerebral de cada cante, raramente puso a la audiencia en el disparadero de la emoción como después lo haría La Paquera con un solo grito. Es la diferencia de siglos en el arte a que antes me refería. Estrella cantó bien, que ella siempre canta bien, pero quizás el recinto no era el más adecuado para su calidad de cante.