Reportaje:

La miel de las hormigas

Una ingeniera cordobesa dirige una explotación apícola que gestionarán 30 mujeres del Rif marroquí

Le irritan los malos pensamientos sobre Marruecos. El país norteafricano está más cerca de Andalucía que las montañas asturianas donde Pelayo comenzó su campaña contra los reinos islámicos, pero la abundancia de tópicos lo alejan tanto como si fuesen las antípodas. A María Auxiliadora Blanco Ortega, que nació hace 27 años en un antiguo califato -el de Córdoba-, le molesta también el olvido de muchas organizaciones humanitarias y, a veces, la instrumentalización: 'Para recaudar dinero las ONG ponen fotos de sus proyectos en América Latina, pero nunca de Marruecos'.

El discurso de esta in...

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Le irritan los malos pensamientos sobre Marruecos. El país norteafricano está más cerca de Andalucía que las montañas asturianas donde Pelayo comenzó su campaña contra los reinos islámicos, pero la abundancia de tópicos lo alejan tanto como si fuesen las antípodas. A María Auxiliadora Blanco Ortega, que nació hace 27 años en un antiguo califato -el de Córdoba-, le molesta también el olvido de muchas organizaciones humanitarias y, a veces, la instrumentalización: 'Para recaudar dinero las ONG ponen fotos de sus proyectos en América Latina, pero nunca de Marruecos'.

El discurso de esta ingeniera agrónoma, que lleva ocho meses en Chefchaouen (Marruecos) al frente de un proyecto que culminará en la constitución de una cooperativa apícola, suena convincente a fuerza de prudencia y humildad. Contactó en la Universidad de Córdoba con la asociación Mujeres en Zona de Conflicto (MZC), que diseñó el proyecto. Blanco parece laboriosa y concienzuda, como las abejas de las colmenas con las que pretenden mejorar la vida de 30 mujeres de Kallaat Beni Routene, un aduar (conjunto de cabañas) enclavado en la cordillera del Rif donde residen unas 40 familias.

No hay centro médico, ni alcantarillado, ni agua potable, ni siquiera carretera. Cuando, por falta de asistencia médica, falleció la segunda parturienta en poco tiempo, algunas mujeres se sacudieron el conformismo y fundaron la asociación An-Nour, que significa la luz. La organización nació con el objetivo de reclamar un acceso transitable hasta la aldea, pero en este tiempo han ampliado sus miras y, poco a poco, como hormigas tenaces se han convertido en un elemento dinamizador de la población, capaz de experimentar alternativas a la agricultura tradicional.

Subsistir no es fácil. Ni para los pequeños propietarios de cultivos de trigo de nula rentabilidad ni mucho menos para quienes carecen de tierras. Un jornal ronda las 600 pesetas diarias, menos de lo que se paga por una hora en un invernadero de Almería. A pesar de ello, el aduar todavía no es tierra de emigrantes.

La cooperante relata que las plantaciones de cannabis se han extendido en los últimos años como una plaga. A cuenta del hachis se ha cultivado uno de los tópicos que le molesta más de los que circulan por España: 'Hay mala información porque se habla como si los marroquíes quisieran plantar kifi y allí la gente es un poco prisionera de eso, aunque lo quieran dejar no pueden'.

Las mujeres de An-Nour intentan abrir un camino entre ambos extremos, el de los improductivos cultivos tradicionales y el de los ilícitos pero rentables. El proyecto de MZC puede ser una vía. Para algunas divorciadas o viudas representa un salvavidas. 'Algunas son muy pobres, sin tierras ni recursos', indica la ingeniera. En el poblado no es novedosa la apicultura pero nunca había perdido su carácter doméstico. La iniciativa de la organización, con un presupuesto de 23 millones de pesetas aportados por la Junta de Andalucía, pretende profesionalizar la explotación y evitar que la falta de conocimientos y medios técnicos frustre la experiencia.

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En la primera fase, que supervisan Auxi Blanco y Juan García, se han adquirido 120 colmenas que se suman a otra veintena que ha sido reparada dentro del programa de la ONG. La mayoría del material apícola, incluidas las abejas, se han adquirido a una cooperativa de Kenitra. 'Nuestra idea es comprar allí para evitar que luego sean dependientes de España', argumenta la cooperante, que permanecerá al frente del proyecto al menos dos años más: 'Te implicas muchísimo porque ves un beneficio directo con las familias'.