Reportaje:AUTOMOVILISMO | Fórmula 1

Adiós al último idealista

Ken Tyrrell, el brillante innovador que descubrió a Jackie Stewart, fallece a los 77 años víctima de un cáncer de páncreas

Ahora que la fórmula 1 se ha convertido en el paradigma del profesionalismo resulta reconfortante recordar y rendir homenaje a aquéllos que hicieron realmente grande este deporte y convirtieron a sus protagonistas en verdaderos héroes populares. Ken Tyrrell sabía algo de todo eso. Fue el último idealista; el último patrón que mantuvo un año en su escudería a un piloto de la categoría de Jackie Stewart, tres veces campeón mundial (1969,1971 y 1973), sin firmarle un contrato; el único que se atrevió a colocar en la parrilla de salida de un gran premio un bólido con seis ruedas. Fue un luchador q...

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Ahora que la fórmula 1 se ha convertido en el paradigma del profesionalismo resulta reconfortante recordar y rendir homenaje a aquéllos que hicieron realmente grande este deporte y convirtieron a sus protagonistas en verdaderos héroes populares. Ken Tyrrell sabía algo de todo eso. Fue el último idealista; el último patrón que mantuvo un año en su escudería a un piloto de la categoría de Jackie Stewart, tres veces campeón mundial (1969,1971 y 1973), sin firmarle un contrato; el único que se atrevió a colocar en la parrilla de salida de un gran premio un bólido con seis ruedas. Fue un luchador que se convirtió en un referente por su honradez y su independencia en un contexto tan competitivo como el de la F-1. Tyrrell falleció el pasado sábado en su casa de Surrey (Gran Bretaña), a los 77 años, víctima de un cáncer de páncreas.

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'Fue un amigo modesto y único', confesó Stewart; 'se convirtió en la persona más importante de mi vida, a excepción de mi familia. Sin tío Kent, como se le conocía por su cordialidad, yo no estaría donde estoy. En su época, Ken era el mejor. Un espíritu independiente con grandes valores morales y una profunda integridad'.

Tyrrell entró en la F-1 en un momento en que la estructura del Campeonato del Mundo sufría grandes cambios y se estaba consolidando. Era una etapa apasionante en la que los artesanos y los patrones independientes de las escuderías tenían todavía una oportunidad. Eso le permitió ser innovador hasta el punto de presentar en 1976 su revolucionario P34 con seis ruedas, un coche con el que Jody Scheckter y Patrick Depailler hicieron un doblete en Suecia.

Ex piloto de la RAF durante la Segunda Guerra Mundial, Tyrrell no fue un buen piloto, pero, en cambio, mostró un talento fuera de lo común como promotor y director de escudería. Decidió abrir esta faceta de su vida en 1960, cuando creó Tyrrell Racing Organisation. Y sólo cuatro años más tarde dio un volante al entonces joven Stewart y le abrió las puertas de la F-3, preámbulo de su brillante carrera.

Tyrrell entró en la F-1 en 1968, cuando unió los motores Ford Cosworth y los chasis Matra en la escudería Matra International y reanudó una colaboración con Stewart que ya no cesaría hasta la retirada del piloto escocés en 1973.

Los buenos resultados de 1968 -Stewart fue el segundo en el Mundial- permitieron encontrar buenos patrocinadores. Y, con la entrada de dinero, el equipo llevó a Stewart al título de campeón en 1969. Sin embargo, Tyrrell no vio su nombre en una escudería de F-1 hasta 1970. Y el único título de marcas lo logró en 1971, cuando Stewart se coronó por segunda vez. En 1973, el británico logró su tercer título, pero Tyrrell no repitió porque su segundo piloto, el francés Francois Cevert, murió en un accidente durante los entrenamientos del GP de Estados Unidos.

Aquella circunstancia decidió a Stewart a abandonar la competición, lo que supuso una auténtica débâcle para la escudería. Tyrrell, que había impactado hasta el punto de convertirse en uno de los bólidos más buscados entre los aficionados al Scalectrix, perdió pronto a sus mejores patrocinadores, pero mantuvo su espíritu innovador: dio entrada a jóvenes pilotos (Michelle Alboreto, Martin Brundle y Jean Alesi) y siguió compitiendo entre los mejores. Hasta que, con serios problemas económicos, se vio forzado a vender el equipo a British American Racing (BAR) en 1998.

Hasta entonces la escudería Tyrrell, equipada con motores Ford, Renault, Honda, Ilmor y Yamaha, había competido en 418 grandes premios y logrado 14 pole positions, 23 victorias -la última, en 1983-, 20 vueltas rápidas, dos subcampeonatos (1972 y 1973) y un título de constructores (1971).

Y todo ello resume el brillante proyecto de Tyrrell, un luchador honrado que no necesitó de engaños, de medias verdades ni de alianzas esclavizantes para alcanzar la gloria, pero que acabó sucumbiendo a la dictadura de los grandes monopolios del motor y se vio alejado de mala manera -debía seguir dirigiendo la escudería cuando vendió a BAR- de un deporte al que ha ayudado a crecer.

'La F-1 ha perdido a un gran competidor', concluyó Martin Whitaker, el director europeo de competición de Ford, 'pero su legado queda grabado en una herencia magnífica'.

Ken Tyrrel, junto al piloto Jackie Stewart y su coche Tyrrell-Ford, en 1970.

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