El gurú y su secta

Cada década ha tenido un gurú en el atletismo americano. En los años ochenta fue Bob Kersee, el hombre que dirigió a Joyner, Griffith, Briscoe y Devers. Desde Barcelona 92, la referencia es John Smith, un antiguo cuatrocentista que oficia como líder del denominado HSI (Hudson Smith International), equipo que formó junto al abogado Enmanuel Hudson en la ciudad de Los Ángeles. HSI ha ganado en diez años más oros en atletismo que la mayoría de los países. Sus trece victorias en los JJ OO consagran a una organización que cuenta, o ha contado, con atletas como Greene, Boldon, Marie José Per...

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Cada década ha tenido un gurú en el atletismo americano. En los años ochenta fue Bob Kersee, el hombre que dirigió a Joyner, Griffith, Briscoe y Devers. Desde Barcelona 92, la referencia es John Smith, un antiguo cuatrocentista que oficia como líder del denominado HSI (Hudson Smith International), equipo que formó junto al abogado Enmanuel Hudson en la ciudad de Los Ángeles. HSI ha ganado en diez años más oros en atletismo que la mayoría de los países. Sus trece victorias en los JJ OO consagran a una organización que cuenta, o ha contado, con atletas como Greene, Boldon, Marie José Perec, Inger Miller, Steve Lewis, Quincy Watts y Kevin Young. Muchos de ellos dieron el salto de calidad cuando entraron en el equipo. El caso más evidente es Greene.

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Antes de convertirse en el entrenador de moda, Smith fue un excelente especialista de 400 metros. Nacido en Los Ángeles, su carrera dio un giro en Múnich 72. Acudió como favorito para ganar, pero en la semifinal sufrió una rotura de fibras que le cortó cualquier esperanza. Tardó tanto en superar la decepción que todavía hoy no olvida las marcas de los tres primeros en Múnich: '44.66, 44.80, 44.92'. Smith no volvió a participar en unos Juegos. Probó en el fútbol americano con los Cowboys de Dallas, participó en el circuito profesional de atletismo, comenzó una carrera como modelo en Australia, actuó durante dos años en culebrones televisivos, se arruinó y terminó como ayudante de entrenador en UCLA, una de las universidades con mayor tradición deportiva en EE UU.

John Smith amplió sus conocimientos como entrenador al lado del polémico Charlie Francis, el hombre que convirtió a Ben Johnson en una sensación mundial. Francis, un druida de los anabolizantes y otras sustancias misteriosas, asegura que Smith le refirió en alguna ocasión su trabajo con productos dopantes. Lee Evans, el célebre ganador de los 400 metros en México 68, dice que Smith le ofreció píldoras prohibidas durante su etapa como atleta. Sin embargo, ninguno de sus atletas ha dado positivo en un control antidopaje. Smith comenta que su trabajo es de tipo mental. 'Consiste en abrir barreras a los atletas, muchos de los cuales no sienten demasiada estima por ellos mismos'.

Con 51 años y sus hechuras de galán, Smith controla con mano férrea un equipo que funciona como una secta. Hudson se ocupa de los contratos y el entrenador, de poner a punto a su cuadra de atletas, a los que recientemente se ha añadido el equipo de atletismo de Arabia Saudí. Por algo se reseña en la página web de HSI que Hudson tiene relaciones comerciales con la familia real saudí. Los petrodólares y el negocio funcionan: Greene cobra cerca de 25 millones de pesetas por participar en las grandes reuniones de verano. Y donde va él va todo el equipo con ese glamour falso que pretenden instalar en el atletismo. Hay algo sectario en la forma de actuar de HSI. A la sensación de grupo cerrado añaden un toque reverencial por el gurú que les conduce. El efecto es el de un puñado de robots sin demasiado coeficiente intelectual, destinados a obedecer ciegamente a Smith, hombre de gran ego que suele recordar la primera máxima del equipo: 'No soy yo el que tiene que adaptarse a los atletas. Son ellos a mí'.