Reportaje:LA PLAYA | Níjar y Teodoro Cabestrero

'El cemento se lo ha comido todo'

La primera vez que pisé Agua Amarga fue allá por 1960, cuando vine a realizar un reportaje sobre Mojácar en calidad de reportero gráfico. Entonces este anejo de Níjar era algo natural, sin ninguna casa o con muy pocas. Ahora el cemento se lo ha comido todo. Sólo hay cemento mire uno por donde mire, ni una hierba. La voluntad política ha destruido completamente el enclave por intereses económicos. Este lugar podría ser ahora mismo uno de las playas más maravillosas de toda la costa.

Aún recuerdo cuando compré mi parcela, de unos 4.000 metros cuadrados, donde apenas existían casas. Ni siq...

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La primera vez que pisé Agua Amarga fue allá por 1960, cuando vine a realizar un reportaje sobre Mojácar en calidad de reportero gráfico. Entonces este anejo de Níjar era algo natural, sin ninguna casa o con muy pocas. Ahora el cemento se lo ha comido todo. Sólo hay cemento mire uno por donde mire, ni una hierba. La voluntad política ha destruido completamente el enclave por intereses económicos. Este lugar podría ser ahora mismo uno de las playas más maravillosas de toda la costa.

Aún recuerdo cuando compré mi parcela, de unos 4.000 metros cuadrados, donde apenas existían casas. Ni siquiera había carretera. En aquel entonces yo trabajaba como corresponsal en Francia con la agencia EFE y me escapaba, en cuanto podía, para venir hasta aquí. El contraste entre París y este rincón era abrumador. La luz eléctrica no llegó a Agua Amarga hasta el año 1968 y todavía conservo candiles en mi casa.

Recuerdo que cuando llegaba a Almería compraba dos o tres barras de hielo en el barrio de Pescadería y las envolvía con mantas o con hule para poder mantener las cosas frescas. Cada vez que iba a la ciudad era frecuente pinchar un par de veces. He llegado a tener hasta ocho ruedas de repuesto en el coche por si las moscas. También recuerdo que el mío era el único coche del lugar. Cuando avisaba a los vecinos -no más de 50- de que pensaba ir a a Carboneras, al día siguiente aparecían al menos diez personas para que las llevara. 'No cabéis todos', les decía.

Pero ahora todo es diferente. Ahora todo el mundo tiene tres o cuatro coches y soy yo el único que tiene uno solo. Ahora todo el mundo está podrido de dinero y alquilan hasta la caseta del perro. Venir de París y ver este lugar era un contraste absoluto, y yo siempre pensé que sus pobladores, con poder adquisitivo, tendrían mejores oportunidades de vivir con plenitud, que podrían vivir mejor y viajar.

Pero me equivoqué. Ahora tienen el dinero que antes no tenían pero la cultura no les interesa. Hasta la plaza, que es un lugar público del pueblo, la han llenado con mesas de los bares. De todas formas creo que este problema es común en muchos lugares, no es exclusivo de Agua Amarga.

Teodoro Cabestrero es periodista y nació en 1927 en Madrid.

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Vista de la playa de Agua Amarga, en Níjar, en los años cincuenta.

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