Crítica:7ª EDICIÓN DE LA MAR DE MÚSICAS

La semilla viajera de la rumba congoleña

Es una de las historias más fascinantes del siglo XX: el modo en que la música afroamericana (especialmente, la cubana) regresó a África y prendió en lo que era su lugar de origen, brotando en nuevas e irresistibles formas.

Kinshasa fue el gran escenario para este proceso de reafricanización. Tanto Ricardo Lemvo como Sam Mangwana son productos de aquella ciudad congoleña, ahora arrasada culturalmente por Mobutu y sus sucesores.

Ricardo Lemvo encarna la fascinación total por la música afrocubana, una pasión que le ha llevado a Estados Unidos, donde dirige una espléndida banda inte...

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Es una de las historias más fascinantes del siglo XX: el modo en que la música afroamericana (especialmente, la cubana) regresó a África y prendió en lo que era su lugar de origen, brotando en nuevas e irresistibles formas.

Kinshasa fue el gran escenario para este proceso de reafricanización. Tanto Ricardo Lemvo como Sam Mangwana son productos de aquella ciudad congoleña, ahora arrasada culturalmente por Mobutu y sus sucesores.

Ricardo Lemvo encarna la fascinación total por la música afrocubana, una pasión que le ha llevado a Estados Unidos, donde dirige una espléndida banda internacional, Makina Loca. Tiene encanto Ricardo Lemvo cuando recicla letras y melodías del tesoro habanero, aunque se agradecen heterodoxias tales como que su guitarrista se aproxime al sonido del tres cubano o se dispare en espirales de soukous.

La Mar de Músicas, séptima edición.

Ricardo Lemvo y Sam Mangwana. Auditorio del parque Torres. Cartagena, 21 de julio.

La de Sam Mangwana es una evolución más complicada. Hijo de angoleños exiliados en Kinshasa, ha sido una presencia constante en diferentes bandas de rumba congoleña desde mediados de los sesenta, al lado de gigantes de leyenda como Tabu Ley Rochereau o Franco y su TPOK Jazz.

Instalado en París en los años ochenta, Mangwana ha protagonizado una carrera rica y variada, con proyectos como la reciente recuperación de la rumba clásica en lingala, a través de las canciones del guitarrista Dino Vangu. En su presente banda, Sam Mangwana potencia los elementos del África portuguesa, sacando gran partido a una elegante formación que incluye dos coristas y una acordeonista francesa. Es música abundante en matices, que inicialmente los instrumentistas desarrollan sentados. Mangwana no se priva, como su amigo Lemvo, de piropear a Cartagena y sus mujeres, aunque en su repertorio están muy presentes ahora los asuntos políticos, sociales y ecológicos, acorde con la ideología panafricana del cantante.

La fiesta -African Fiesta fue precisamente el nombre de la primera banda profesional de Mangwana- resulta inevitable y gozosa. Aunque Sam Mangwana y Ricardo Lemvo vivan fuera de Congo por pura necesidad, el crisol de Kinshasa durante las primeras décadas de independencia sigue siendo su inspiración. Ambos aportan -como se ha podido comprobar en su actuación dentro del programa de La Mar de Músicas- una altura moral y fuerza creativa a una música asfixiada por la barbarie y la rapiña de los gobernantes.

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