Crónica:TOUR 2001 | Quinta etapa

Prueba conseguida

Joseba Beloki afrontará la montaña por delante de Armstrong tras la contrarreloj por equipos

Manolo Saiz no ganó la contrarreloj por equipos. Su equipo, el ONCE-Eroski, tan dominador el año pasado que más parecía que había llegado al Tour con ese único objetivo, fue superado por una cuadrilla de especialistas de medio mundo (australianos, americanos, franceses, noruegos y alemanes) agrupados bajo el maillot del Crédit Agricole, llegado al Tour con la única intención de ganar la boucle de la primera semana.

Joseba Beloki sí que ganó la contrarreloj por equipos, aunque fuera tanto por el potencial de su equipo como por la desgracia de Heras. También Santiago Botero ...

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Manolo Saiz no ganó la contrarreloj por equipos. Su equipo, el ONCE-Eroski, tan dominador el año pasado que más parecía que había llegado al Tour con ese único objetivo, fue superado por una cuadrilla de especialistas de medio mundo (australianos, americanos, franceses, noruegos y alemanes) agrupados bajo el maillot del Crédit Agricole, llegado al Tour con la única intención de ganar la boucle de la primera semana.

Joseba Beloki sí que ganó la contrarreloj por equipos, aunque fuera tanto por el potencial de su equipo como por la desgracia de Heras. También Santiago Botero salió ganando. La perdió Jan Ullrich. La empató Lance Armstrong. Fue una contrarreloj por equipos animada y dura. Todo (lluvia, viento, caídas, pinchazos, gestos) ocurrió en 67 kilómetros por la Vía Sagrada de Bar-le-Duc a Verdún, carretera histórica jalonada de mojones coronados por el casco de los soldados de la Primera Guerra Mundial.

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El Tour llegará a la montaña más apretado de lo esperado. Sin grandes derrotados ni enormes diferencias. Entre el mejor situado de los grandes favoritos, Beloki, y el peor colocado de los escaladores, pongamos que Mancebo, hay solamente 3.33 minutos. Más apretado aún el cuarteto de megafavoritos: Beloki aventaja en 46s a Armstrong, en 1.04m a Botero y en 1.13m a Ullrich. No es mala cosa. Según la teoría de Beloki, que tiene en la cabeza, segundo a segundo, todo lo sucedido en el Tour de 2000, es una cosa muy buena. Entonces, tras la cuestión cronometrada, Armstrong aventajaba a Ullrich en 43s; a Beloki, en 2.08m; a Mancebo, en 4.54m, y a Botero, en la enormidad de 5.20m. Beloki dice, decía ya hace un año, cuando decidió fichar por la ONCE, simplemente para vivir un día como el de ayer y mirar la clasificación tal cual está, que en el Tour la diferencia se hace en las contrarreloj y que en la montaña es muy difícil, casi imposible, dejar a nadie del grupo más selecto de los grandes. Optimismo. Aceptar estas contabilidades sería subestimar el tremendo potencial de Armstrong, que luchará más allá de sus fuerzas por ganar su tercer Tour consecutivo.

Más allá de los segundos de diferencia y del incidente de Heras, la prueba de ayer deja la imagen de un Armstrong todopoderoso dando relevos extraordinarios y actuando con la frescura de una lechuga. Cuando Heras se cayó al no poder evitar delante de sus narices a su compañero Vandevelde, desgraciado patinador sobre la pintura de la raya de la carretera, a 18 kilómetros de la llegada, su equipo, perfectamente engranado, se acercaba, seguro como un expreso, al ONCE-Eroski, que en el kilómetro 20 le aventajaba en 8s y sólo en 4s en el 45. Iba en progresión el US Postal, con el exagerado Armstrong, casco diferente, bicicleta diferente, destacado dentro de la uniformidad, dirigiendo, abroncando, ordenando. Fue él quien decidió esperar a Heras, como se había previsto antes de la salida. Fue un gesto de generosidad, de confianza. Y también de exigencia, técnicas de empresa, de incentivación de ejecutivos: si el jefe es capaz de parar la máquina, de dejar de pensar en él, ¿qué no podrá exigir llegado el momento?, ¿quién se negará a dar hasta el último aliento por sus necesidades? En el asunto Heras Armstrong perdió, de forma oficial, 43s, diferencia entre lo que perdía en el kilómetro 45 y lo que cedió a su paso por el 60. Habría que añadir el lucro cesante: desde que se reintegró al grupo, Heras, saturado, no dio un relevo más. Suficiente para quedar por delante de Beloki en la general.

El Kelme terminó quinto. Extraordinario, pero normal. El equipo alicantino ya no es una banda de escaladores que atacan en guerrilla. Es una estructura ordenada con un líder increíble, el rubio Botero. Fueron mejores que la troupe magenta, un Telekom en el que el americano Livingston, robado a Armstrong en el invierno, fue una rémora y que sufrió un pinchazo de Zabel al final. Podía haber superado incluso al US Postal, pero a tres kilómetros de la meta Sevilla se quedó sin aire. Seco. El equipo frenó. El iBanesto.com salvó los muebles y el Euskaltel intentó hacer olvidar el desastre de Verdún.

Los corredores del ONCE-Eroski, durante el recorrido de la contrarreloj por equipos.ASSOCIATED PRESS

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