Crónica:Tercera etapa | TOUR 2001

En territorio trascendente

Mínimo ataque de Armstrong en un día en el que los españoles empezaron a moverse para bien

En el ciclismo, como en la historia, hay lugares únicos. Es importante saberlo. Una cuesta de dos kilómetros al 6% a 25 kilómetros de la meta puede ser nada, una tachuela para que aceleren sólo los que luchan por el maillot de la montaña, o puede serlo todo. Depende de cómo se llame. La cuesta de ayer se llama Côte des Forges. Está en la carretera de Lieja, lo que ya dice mucho, y se encara después de otra cuesta (ésta de dos kilómetros y medio) que se llama Côte de Mont Theux. Eso lo dice todo. Por Forges pasa todos los años la Lieja-Bastogne-Lieja, la clásica más clásica y más antigua...

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En el ciclismo, como en la historia, hay lugares únicos. Es importante saberlo. Una cuesta de dos kilómetros al 6% a 25 kilómetros de la meta puede ser nada, una tachuela para que aceleren sólo los que luchan por el maillot de la montaña, o puede serlo todo. Depende de cómo se llame. La cuesta de ayer se llama Côte des Forges. Está en la carretera de Lieja, lo que ya dice mucho, y se encara después de otra cuesta (ésta de dos kilómetros y medio) que se llama Côte de Mont Theux. Eso lo dice todo. Por Forges pasa todos los años la Lieja-Bastogne-Lieja, la clásica más clásica y más antigua. Por Mont Theux pasó hace seis años Miguel Indurain.

El Tour entró en territorio trascendente y Lance Armstrong se sintió obligado a hacer una reverencia. Le respondió, en pleno, el Telekom de Ullrich, la troupe magenta que allanó literalmente las Ardenas, convirtió las cuestas en llano y condujo a Erik Zabel a su segunda victoria en este Tour, la décima de su carrera en la grande boucle. El Tour fue generoso con los generosos y concedió una segunda oportunidad a Stuart O'Grady, el atacante australiano del Crédit Agricole que tanto equivocó su táctica la víspera, y que ayer fue recompensado con el maillot amarillo que dejó en la cuneta el belga Marc Wauters, incapaz de seguir al pelotón. Los belgas y otros sprinters sufrieron; los españoles por fin sonrieron.

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En el mismo lugar elegido ayer por el grillo italiano Paolo Bettini y el albino belga Rik Verbrugghe para atacar, la parte final de la cuesta de Mont Theux, fue donde Indurain hace seis años se olvidó de la prudencia y las prevenciones, sorprendió a todos los rivales del Tour y culminó uno de sus grandes momentos ciclistas. Bettini y Verbrugghe no fueron tan lejos, pero su ataque recordó al pelotón por dónde se corría y despertar a los grandes la memoria histórica.

Fue también esa cuesta, el primer puerto de tercera del Tour 2001, el lugar escogido por el Kelme para mostrar sus fuerzas. Su tendencia: atacar cuando se empine la carretera, lugar de liberación tras tres días de llano puro y duro. Todos, salvo Sevilla y Botero, con carta libre. Se sintieron con ganas y fuerzas Gutiérrez y Tauler, dos gigantes del llano, rodadores puros que con grandes desarrollos y musculaturas a punto de estallar se atrancaron y no pudieron abrirse de los escaladores de pedalada ligera. Otro rodador, como Txente García Acosta, del iBanesto.com, lo intentó en el falso llano. Pero el español más feliz de pasar por allí era el diminuto David Etxebarria, el hombre en las Ardenas. Al vizcaíno le cupo el honor de que su ataque en Forges, saliendo a rueda del francés Salmon, que iba a por Gutiérrez, fuera el detonante del primer gran momento de este Tour: Armstrong se movió. Necesitaba dejar su firma, aunque sin rúbrica. Terremoto. A su rueda se efectuó la primera selección natural. Trece ciclistas delante, los más fuertes. Los más vigilantes. Beloki e Igor, Ullrich y Vinokurov, Kivilev y Brochard, Botero... Fue sólo un momento. Nada más pasar por debajo de la pancarta, calma. El pelotón, conducido por Mancebo, enlazó enseguida.

El resto del día, la última cuesta (Sart Tilman) fue el desfile del orgullo magenta. La respuesta de Ullrich al alarde de Armstrong. Los nueve del Telekom en fila india, tren sostenido, aplacando todos los intentos (Tauler, López de Munain, Serrano, el joven ruso del iBanesto.com Menchov, Pascual Llorente fueron activos), aniquilando rivales. Construyeron un bulevar para Zabel en una llegada pretendidamente en cuesta. Mostró también los límites de Armstrong. El americano, picado por la exhibición Telekom, mandó a su US Postal (Heras al frente) a competir. Él mismo disputaría el sprint. Traicionado por su falta de hábito, frenado por el viento, sólo fue décimo.

El corredor alemán del Telekom Jan Ulrich, durante la tercera etapa deñ Tour de este año.EFE

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