TOUR 2001 | Primera etapa

El síndrome del novato se extiende cada día entre el equipo Euskaltel

Un Tour para un novato es un vía crucis durante, como mínimo, la primera semana. Un Tour para un grupo de ocho novatos es en vía crucis multiplicado por ocho. Se comparten las penas, se socializa el terror. Se habla en el autobús, en la cena, en el desayuno, en las habitaciones, en el antes y el después de la carrera. No se ve el final del túnel. Si nadie espera nada de ellos, la carrera se podría sobrellevar mejor. Pero si detrás de ese grupo hay varias semanas de acoso mediático, de ánimos constantes hasta el agotamiento y el tumulto que arrastra la presencia de autoridades pol...

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Un Tour para un novato es un vía crucis durante, como mínimo, la primera semana. Un Tour para un grupo de ocho novatos es en vía crucis multiplicado por ocho. Se comparten las penas, se socializa el terror. Se habla en el autobús, en la cena, en el desayuno, en las habitaciones, en el antes y el después de la carrera. No se ve el final del túnel. Si nadie espera nada de ellos, la carrera se podría sobrellevar mejor. Pero si detrás de ese grupo hay varias semanas de acoso mediático, de ánimos constantes hasta el agotamiento y el tumulto que arrastra la presencia de autoridades políticas, que a su vez trasladan el supuesto ánimo de una nación entera con más de dos millones de habitantes, la losa adquiere un peso monumental. El Euskaltel ha empezado a sufrir la resaca del ambiente festivo que le ha rodeado en las últimas semanas.

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El sábado, el día histórico de su debut en el Tour, todo se había preparado en tono de celebración. Txema del Olmo, el primer ciclista del Euskaltel en tomar la salida del prólogo, casi no había reparado en la anécdota de ese momento tan especial. Pero sí las decenas de personas que se presentaron a su alrededor en la zona de calentamiento. Él fue la primera víctima visible del síndrome Euskaltel. 'Buf', resoplaba al terminar su trabajo. La segunda víctima fue la figura, la joya del Euskaltel y de la generación del 77, Haimar Zubeldia. 'No ando, no ando', confesó ese mismo día al asistente nada más atravesar la línea de meta. Lo suyo no son los prólogos. Se le salió la cadena el año pasado en la Vuelta a España y se le atragantaron el sábado los ocho primeros kilómetros de su primer Tour.

'No ando, no ando'. La misma frase de Zubeldia la volvía a proferir ayer Iker Flores en Boulogne, al terminar la primera etapa en línea. Él, ganador del Tour del Porvenir del año pasado, el ojo derecho del lehendakari y una de las perlas de la inagotable cantera vasca, se quedaba en el primer arreón que daba la carrera. ¿Culpa de los nervios? 'No, no. Para nada. No he estado más tranquilo en toda mi vida', contestaba. ¿Entonces? 'No ando, no ando. No me van las piernas'. Al parecer, sufre un inicio de tendinitis en el talón de Aquiles.

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