Alejandro Sanz arrasa en su concierto en Madrid

El cantante logró reunir en un impresionante espectáculo a 50.000 espectadores

A las 9. 30 de la noche, con el sol aún por esconderse, el novísimo grupo Bacilos, formado por un mosaico de músicos de diferentes nacionalidades todas latinoamericanas, ofrecían una pequeña selección de temas de su disco de presentación, en el que el pop de raíz latina adopta más la vía del cantautor que la de la descarga cubana. Crónica y Tabaco y Chanel fueron algunos de los temas interpretados por esta banda de reciente creación, y que sirvieron para dejarle el ambiente en bandeja a la figura de la noche.

Como las estrellas del espectáculo no lucen como tales si no...

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A las 9. 30 de la noche, con el sol aún por esconderse, el novísimo grupo Bacilos, formado por un mosaico de músicos de diferentes nacionalidades todas latinoamericanas, ofrecían una pequeña selección de temas de su disco de presentación, en el que el pop de raíz latina adopta más la vía del cantautor que la de la descarga cubana. Crónica y Tabaco y Chanel fueron algunos de los temas interpretados por esta banda de reciente creación, y que sirvieron para dejarle el ambiente en bandeja a la figura de la noche.

Como las estrellas del espectáculo no lucen como tales si no se presentan bajando por interminables escaleras, Alejandro apareció así pasadas las 22.30 de la noche. Arreciaban los primeros compases de Tiene que ser pecado y Sanz se dejaba ver a lo grande: sobre un impresionante escenario diseñado a la última moda en tecnología y vistosidad; con dos escaleras metálicas que se cruzaban en el medio, y cuya altura máxima superaba los 20 metros. También brotaba un pasillo central que habría de conducir a la estrella lo más cerca posible del corazón de la audiencia, dando siempre la impresión de que con apenas estirar el brazo podrías tocarle. De vez en cuando tremendos haces de luces explotaban en diversos puntos de la escena. Pero lo mejor, lo más conseguido, era un espectáculo de luces que realzaba los tonos metálicos de la escenografía y que situaba de forma muy aparente a la numerosa banda de músicos que acompañaba al solista. Por si todo esto fuera poco, tres enormes pantallas de vídeo daban la posibilidad de captar al cantante en ese gesto íntimo que aún da más fuerzas a su forma de interpretar.

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Alejandro Sanz, que ha cambiado definitivamente la dulce sonrisa de chico tímido por el aplomo de un artista maduro que ya domina todas las situaciones escénicas con mano firme, arrancó en medio de aplausos y un griterío ensordecedor con tres composiciones antes de parar un instante para saludar y recordar a Joan Manuel Serrat, "que sabemos que está malito".

Nervioso

Tras reconocer públicamente su tremendo nerviosismo, su satisfacción por el espectáculo que ofrecía la multitud de fans y sus deseos de que el concierto se convirtiera en una fiesta total, Sanz atacó la nostalgia de Buenos Aires con Llega, llega soledad, y la noche pegó un pequeño brinco cuando los músicos introdujeron la melodía de Cuando nadie me ve. En este preciso instante, las pantallas de vídeo combinaban imágenes reales del concierto con otras grabadas en las que podía verse al ídolo románticamente encamado o boxeando -y llevando la peor parte- con un nutrido y espectacular grupo de bellezas. En ese punto el cantante abrió un frente de baladas que incluía dos medleys de canciones de su primera época. El fervor alcanzó niveles incandescentes, que ya no habrían de abandonar el ambiente del estadio en toda la actuación. Un poco de guitarreo sirvió a Alejandro para presentar al nutrido grupo de músicos que le acompaña en la gira. Pero pronto volvía la cadencia romántica con Mi soledad y yo.Un nuevo alto sirvió al cantante, a estas alturas con la frente perlada de sudor, para llamar en voz alta y repetidas veces fascistas a los terroristas de ETA, que habían puesto dos bombas en Madrid. También hubo un instante para recordar el incendio del Palacio de los Deportes: "Sonaba fatal, pero era nuestro y da pena". El recordatorio de Madrid como ciudad siempre resistente supuso el pistoletazo de salida que empezó con El alma al aire, y hubo de desembocar en la traca final del concierto: Amiga mía, Y si fuera ella y Quisiera ser.

Pero lo más impactante habría de llegar con el bis final, en el que Alejandro despachó a gusto su querencia flamenca interpretando una bulería, para después invitar al escenario nada menos que a Malú, la Niña Pastori, la bailaora Sara Baras, Miguel Bosé y los Ketama, para interpretar todos juntos una multitudinaria versión de su famoso Corazón partío. Tremendo fin de fiesta para celebrar el éxito inenarrable del hombre de moda: Alejandro Sanz.

Alejandro Sanz durante el concierto en el Vicente Calderón.BERNARDO PÉREZ
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