Reportaje:

Maragall, 'terra endins'

El líder socialista sigue un plan sistemático para darse a conocer en la Cataluña interior

Los viernes, visita a comarcas. No sólo los viernes, por supuesto. Pero los viernes, fijo.

En paralelo a la lucha política que se dirime en el Parlament y, sobre todo, en ese espacio virtual formado por el conjunto de los medios de comunicación, Pasqual Maragall libra una pugna sorda y constante con CiU y el PP a lo largo y ancho de Cataluña. Es el combate por la presencia en el territorio, la cercanía a los electores.

A veces, la actualidad impone cambios, pero en cualquier caso la agenda semanal de Maragall incluye un día o un día y medio, según la distancia, de visitas, entrev...

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Los viernes, visita a comarcas. No sólo los viernes, por supuesto. Pero los viernes, fijo.

En paralelo a la lucha política que se dirime en el Parlament y, sobre todo, en ese espacio virtual formado por el conjunto de los medios de comunicación, Pasqual Maragall libra una pugna sorda y constante con CiU y el PP a lo largo y ancho de Cataluña. Es el combate por la presencia en el territorio, la cercanía a los electores.

A veces, la actualidad impone cambios, pero en cualquier caso la agenda semanal de Maragall incluye un día o un día y medio, según la distancia, de visitas, entrevistas, reuniones y contactos en poblaciones situadas fuera del área de Barcelona. Otro día dedicado a contactos en la región barcelonesa, y otro para recibir visitas en sus despachos del Parlament y de la sede del PSC.

No es el único que se dedica a hacer bolos, como se llama en el argot teatral a las representaciones en comarcas. Los socialistas han ido desde siempre muy por detrás de Jordi Pujol en esta materia. Pujol dedica de forma sistemática uno o dos días de la semana, por lo menos, a recorrer el país, con una enorme ventaja: no sólo le ven y oyen quienes están con él, donde sea, sino también los espectadores y oyentes de la radiotelevisión de la Generalitat, que están en toda Cataluña. Desde enero, además, la radiotelevisión de la Generalitat incluye a Artur Mas en la dosis de propaganda gubernamental obligatoria, según reconoció el director general de la cadena el pasado viernes en el Parlament. Un trato que no recibe el líder de la oposición.

Pero Maragall y sus rivales de CiU no hacen exactamente lo mismo en sus visitas a pueblos y ciudades. Pujol es el presidente. Dispone hasta de helicóptero para poder estar el mismo día en comarcas alejadas entre sí. El alcalde de Valmoll (Alt Camp) invitó a Maragall en mayo a la inauguración de una fábrica. Tuvo que renunciar porque la fábrica es importante y Pujol hizo saber días antes que no iba a perderse la ocasión. No se la perdió.

Maragall viaja acompañado por un reducido séquito: Jordi Williams, su ayudante para estas labores; un chófer y un escolta. Suelen añadírseles alcaldes, diputados, concejales y dirigentes del PSC locales. En ocasiones da una conferencia o habla en algún acto público. Pero lo esencial es, según Williams, que el líder de la oposición se dedica sobre todo a escuchar lo que le dicen. A darse a conocer y a auscultar el latido del país.

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Las giras tienen diversos formatos. Cuando hay fiesta mayor o feria, incluyen un paseo a pie por los lugares más concurridos, y muy a menudo, un almuerzo o cena con representantes locales o comarcales, con directivos de empresas, asociaciones patronales y plataformas comerciales. Muchas veces se preparan encuentros con entidades sociales y culturales. Casi siempre, un contacto con la organización local del PSC o de Ciutadans pel Canvi; o ambas, si las hay.

En ocasiones, el presidente del PSC visita una fábrica, una cooperativa o una obra pública de importancia. Con frecuencia incluye reuniones con concejales y alcaldes. En lo que va de año, en la agenda de Maragall figuran 36 visitas de este tipo por toda Cataluña. A algunas comarcas ha ido más de una vez, por lo que quedan varias, las menos pobladas, en las que aún no ha estado.

Lo que Maragall se juega en esta batalla, que no es secreta pero tampoco ruidosa, es muy importante. El punto débil del partido socialista respecto a CiU es su desigual implantación territorial, casi nula en los municipios rurales. Eso se ha traducido desde 1980 en las elecciones autonómicas en una sobrerrepresentación parlamentaria de CiU gracias a sus resultados en las provincias de Girona y Lleida y, aunque menos, de Tarragona.

El PSC y sus aliados de Ciutadans pel Canvi e Iniciativa-Verds recibieron en las últimas elecciones más votos que CiU en el conjunto de Cataluña. Maragall logró más votos y más diputados que Pujol en Barcelona, donde reside el 75,9% del país. Pero CiU recibió más votos y más escaños en Girona, Lleida y Tarragona. Con ganar un diputado más en alguna de ellas, la izquierda habría dado el vuelco electoral.

Pero conseguir cambios electorales entre el 5,8% de habitantes de Cataluña que residen en la provincia de Lleida, el 8,7% de Girona y el 9,4% de Tarragona es muy dífícil. Además, el sistema electoral hace que ese 24% de la población elija al 37% de los diputados. En las capitales de comarca suele haber alcaldes de izquierdas, pero fuera de ellas empieza el reino de CiU. En los medios rurales hay muy poca movilidad, mucha presión social, persisten viejas inercias caciquiles, en particular, la de votar al partido del poder, que en Cataluña ha sido hasta ahora el de Pujol.

Las próximas autonómicas serán las primeras desde 1980 en las que, antes, el rival de CiU habrá dedicado toda la legislatura anterior a recorrer el territorio. Respecto a 1999, cuando Maragall tuvo un año de precampaña, con esa sola diferencia podría bastar para arañar los votos que le faltaron. De ahí el empeño viajero. Pero habrá, además, otras diferencias.

Pasqual Maragall durante una visita a Salt.PERE DURAN

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