El voto negado

El derecho al voto constituye no sólo el momento fundamental de una democracia, sino su primera condición. El pasado domingo muchos ciudadanos italianos se vieron obligados a renunciar al ejercicio de este derecho. Tanto a ellos como a la República Italiana se ha inferido una ofensa intolerable, cuyos responsables, en primer lugar el ministro del Interior, deberían responder con inmediatas decisiones. La gravedad de lo que sucedió el domingo en las mesas electorales, sobre todo en las grandes ciudades, está amplificada por el hecho de que los más castigados han sido los más débiles: ancianos, ...

El derecho al voto constituye no sólo el momento fundamental de una democracia, sino su primera condición. El pasado domingo muchos ciudadanos italianos se vieron obligados a renunciar al ejercicio de este derecho. Tanto a ellos como a la República Italiana se ha inferido una ofensa intolerable, cuyos responsables, en primer lugar el ministro del Interior, deberían responder con inmediatas decisiones. La gravedad de lo que sucedió el domingo en las mesas electorales, sobre todo en las grandes ciudades, está amplificada por el hecho de que los más castigados han sido los más débiles: ancianos, enfermos, minusválidos. El espectáculo al que todos hemos asistido ha sido desolador, no sólo por el retraso con el que se ha concluido el recuento de votos, sino también porque las largas filas han obligado a muchas personas (...) a regresar a casa sin haber podido expresar su elección. (...) La reducción de un tercio de las mesas electorales (...) era totalmente inadecuada para unas elecciones tan intrincadas como las previstas. Bastaba un sencillo cálculo de los tiempos necesarios para votar para evitar un desastre de organización como el que se ha producido. La experiencia del domingo deja a los partidos políticos, tanto a los que han ganado como a los que han perdido, una tarea inmediata y evidente: la diversidad de los sistemas electorales, la dificultad del sistema proporcional y mayoritario, la confusión de los símbolos de partidos y coaliciones entorpece un derecho fundamental de los electores, el de transmitir su intención de voto con claridad y eficacia absoluta.

Luigi La Spina.

Turín, 14 de mayo de 2001