Problemas sin sexo
La Fundación de Ayuda a las Familias Separadas y Discapacitados, paradójicamente, está presidida por una mujer. Se llama Amparo Monleón y decidió constituirla porque estaba en una asociación de separados y se dio cuenta de que igual que iban mujeres pidiendo ayuda, llegaban algunos hombres y la asociación no quería asumirlo. 'Así que pensé que lo mejor sería fundar una nueva', explica. Para ella el problema no tiene porqué ser diferente en función del sexo: 'No puedes poner a todas las mujeres en el mismo saco y, por lo tanto, con los hombres tampoco debe hacerse. Llegan aquí arrastrando una s...
La Fundación de Ayuda a las Familias Separadas y Discapacitados, paradójicamente, está presidida por una mujer. Se llama Amparo Monleón y decidió constituirla porque estaba en una asociación de separados y se dio cuenta de que igual que iban mujeres pidiendo ayuda, llegaban algunos hombres y la asociación no quería asumirlo. 'Así que pensé que lo mejor sería fundar una nueva', explica. Para ella el problema no tiene porqué ser diferente en función del sexo: 'No puedes poner a todas las mujeres en el mismo saco y, por lo tanto, con los hombres tampoco debe hacerse. Llegan aquí arrastrando una separación dura y muy larga y en muchos casos no se atreven a denunciar a la mujer porque piensan que serán menos hombres si lo hacen'.
El problema, explica, 'es que los hombres resultan más difíciles de creer'. 'En principio es más insólito y más complicado de explicar. Pero cuando hablas con ellos te das cuenta de que han sufrido mucho y que tienen derecho a pedir la misma ayuda que reciben las mujeres', dice. Para Monleón lo más importante es que se recuperen anímicamente porque suelen llegar 'bastante hundidos'.
'Les cuesta rehacerse, pero entre unos y otros intentan ayudarse y hacerse la vida más agradable. Aquí pueden quedarse todo el tiempo que necesiten'. De momento, tienen tres pisos, dos en Mislata y otro en Onda donde conviven mujeres y hombres. Hasta ahora han conseguido ayuda del Ayuntamiento de Onda, pero en Mislata, salvo una pequeña cantidad recibida en 1998, no han recibido nada más. A pesar de ello, la fundación se hace cargo de todos los gastos. Así están funcionando desde hace cuatro años y en ese tiempo han pasado unos cincuenta hombres, algunos con sus hijos.