Columna

De la Peña, Navarro y Rodríguez

De casos judiciales es la nueva serie de Tele 5, en la que se contarán los avatares de un bufete de nueva creación comandado por honrados abogados: Pablo, el idealista que por no dejar en la estacada a una cliente sin dinero abandonó el prestigioso despacho donde trabajaba; Rodri, el rudo con buen corazón y una querencia especial por defender a chorizos de tres al cuarto; Eva, la correosa profesional incapaz de emplearse con igual dureza en su vida privada; Navarro, la amantísima esposa y madre, pero también eficaz letrada, y María, la joven pasante que trata de aprender lo que puede.

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De casos judiciales es la nueva serie de Tele 5, en la que se contarán los avatares de un bufete de nueva creación comandado por honrados abogados: Pablo, el idealista que por no dejar en la estacada a una cliente sin dinero abandonó el prestigioso despacho donde trabajaba; Rodri, el rudo con buen corazón y una querencia especial por defender a chorizos de tres al cuarto; Eva, la correosa profesional incapaz de emplearse con igual dureza en su vida privada; Navarro, la amantísima esposa y madre, pero también eficaz letrada, y María, la joven pasante que trata de aprender lo que puede.

Por lo visto en el capítulo inicial, y a la espera de lo que ocurra cuando el público sentencie o los cerebros de los guionistas acusen los primeros síntomas de agotamiento, se ha elegido un tono realista, enrollado y políticamente aséptico, en el que se exploten las tramas profesionales antes que las personales.

Predominan los contenidos dramáticos, aunque no se renuncia a finos apuntes humorísticos, algo de agradecer dada la alarmante tendencia de las series españolas, cuando introducen chispazos cómicos, a dejarse llevar por un humor chabacano y hortera que casi siempre hace mofa a través de los personajes de baja jerarquía (del bedel en el instituto, del camillero en el hospital y del becario en el periódico). Más que en otros productos de producción nacional ambientados en bufetes y tribunales, como Anillos de oro o Turno de oficio, los creadores de Abogados parecen haberse inspirado en modelos norteamericanos como Ley y orden. Peca de rutinaria, pues se limita a repetir el esquema ensayado hasta el espasmo con otros gremios, como el de los médicos, pero el reparto está bien elegido, con actores jóvenes y desconocidos en su mayoría, y por lo general, la pócima demuestra, como sucede con cada vez mayor frecuencia en la ficción televisiva española, una digna solvencia.

En realidad, la principal pega que, hoy por hoy, puede hacérsele es de verosimilitud. No sabemos cómo será de ágil el sistema judicial norteamericano. Lo que está claro es que al espectador que alguna vez se haya metido en los vericuetos de la justicia española no dejará de sorprenderle la premura con la que el bufete De la Peña, Navarro, Rodríguez y Rovira soluciona los casos. En el primer episodio, con los ordenadores sin desembalar y la placa con el nombre del despacho aún por grabar, les dio para resolver nada menos que un juicio por homicidio, uno por discriminación laboral y uno por robo con violencia. Divina rapidez. ¡Quién la pillara!

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