Entrevista:RAFAEL AMARGO | BAILAOR

'Siendo flamenco, he salido muy punki'

Pregunta. Ilustre su autodefinición de 'bailaor estilizao aunque salvaje'.

Respuesta. ¡Uff! Qué preguntón para empezar. Yo soy un bailaor estilizao porque tengo el estudio, la técnica y el conocimiento. Y soy salvaje porque mi forma natural de ser lo es.

P.
¿En qué nota la llamada de la selva?

R. Porque soy muy canalla, estoy indefinido, me gusta trabajar y vivir al día y soy muy inseguro. Esa inseguridad la tapo con el salvajismo.

P. A los 25 años tiene su propia compañía y recibe parabienes por su esp...

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Pregunta. Ilustre su autodefinición de 'bailaor estilizao aunque salvaje'.

Respuesta. ¡Uff! Qué preguntón para empezar. Yo soy un bailaor estilizao porque tengo el estudio, la técnica y el conocimiento. Y soy salvaje porque mi forma natural de ser lo es.

P. ¿En qué nota la llamada de la selva?

R. Porque soy muy canalla, estoy indefinido, me gusta trabajar y vivir al día y soy muy inseguro. Esa inseguridad la tapo con el salvajismo.

P. A los 25 años tiene su propia compañía y recibe parabienes por su espectáculo Amargo. ¿Es el niño prodigio del flamenco actual?

R. Ya no muy niño, el jovencito prodigio... Pero sí me puedo considerar privilegiado, porque pienso que soy el director más joven de una compañía flamenca actualmente en España.

P. 'Monté Amargo para desvirgarme profesionalmente'. ¿Fue doloroso?

R. No, no, no, no. Me dolió la creación, pero luego llegué al clímax. [Risas].

P. ¿Es un boom, una promesa o un pedazo de artista?

R. Boom, no, porque habría caído tras mi primer espectáculo; promesa ya tampoco, porque llevo cinco años siendo la revelación, y ya estoy harto de revelaciones...

P. O sea...

R. Descartando de las tres, prefiero ser un pedazo de artista. [Risas].

P. Estudió con Marta Graham en Nueva York y luego se fue a Japón, a bailar 'y a aprender el idioma'. ¿Lo logró?

R. Lo puedo hablar fluido. Escribirlo, no.

P. ¿Cómo se dice en japonés: '¡Ele mi niño! ¡Qué arte!'?

R. Uatashi no otosan, kodomo arte des.

P. Suena a bola total, pero dejémoslo. En 1997, artistas como Luis Gordillo, Canogar o Juan Genovés apoyaron su primer espectáculo, La garra y el ángel. ¿Eran intuitivos o iban sin red?

R. Me encantan las corrientes, como la generación del 27, en la Residencia de Estudiantes -Lorca, Dalí, Buñuel-, en las que se juntan artistas plásticos, directores de cine, bailarines.

P. ¿Hoy sucede?

R. Me gustaría meter, en mi próximo espectáculo, audiovisuales de un director de cine, o que me hiciera una esce-nografía Eduardo Arroyo, como hizo Picasso con El sombrero de tres picos para Antonio el bailarín.

P. Ya ha empezado bailando en Chillida Leku.

R. Bailé delante de las esculturas y había una luz, un movimiento y un imán impregnado de arte. Por ahí es por donde quiero tirar.

P. Dice que no innova, porque en la danza está todo hecho.

R. No me gusta la palabra innovar. Hace años que todo el mundo dice que innova.

P. Y asegura que en España la danza está muy prostituida.

R. Porque no tiene una industria que la avale, como el cine o la música.

P. En un panorama tan negro, ¿usted quién es, el Batman del flamenco, dispuesto a poner todo en orden?

R. No. Yo lo que soy es un luchador. En este país sobra el talento, pero falta constancia. Yo me fijo en artistas como Antonio Gades, por su seriedad y su forma de trabajar.

P. Cuando Antonio Canales le pidió que interviniera en su Prometeo, en el Festival de Mérida, ¿creyó en Dios?

R. Yo es que muero con Antonio Canales. Es un maestro, y en la época actual hay un antes y un después de él.

P. Su madre es devota del Cristo de Medinaceli y usted del de la Agonía. ¿Han tenido conflictos por estas discrepancias?

R. Ella es la que sigue más la religión. Yo, siendo flamenco, he salido muy punki.

P. Punki del Cristo de la Agonía.

R. Sí, pero porque, cuando bailo, mi madre me pone las estampitas, y yo me tengo que persignar, por no darle una irritación.

P. Cuando sale al escenario, ¿se pone en plan altar ambulante, como los toreros?

R. Yo no, pero me lo montan mi madre y la sastra que llevo en la compañía. [Risas]. Eso sí, siempre en el último minuto me acuerdo y digo: '¡Ay, por Dios, a ver si me ayudas!'.

P. Va en todo de chico serio.

R. Y de chico malo, malo, pero de puertas para adentro. Las mejores fiestas son de puertas para adentro. Y a mí me encanta la fiesta.

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