Crítica:FÚTBOL | 17ª jornada de Liga

El Valencia salva el trauma copero

El equipo de Cúper supera la hostilidad de su hinchada y, aunque con apuros, vence al Racing

El Valencia templó los nervios y se agarró a su sobriedad defensiva para salvar la hostilidad de Mestalla, de uñas con los suyos tras la eliminación copera ante el Guadix. En realidad, el grupo de Héctor Cúper mantuvo sus constantes vitales: firmeza detrás y efectividad delante, donde Carew suma sus goles por victorias. Lo enchufa todo. Vive en estado de gracia. Sin alardes, pero con solvencia. Como su equipo. Como casi siempre. Atrás parece quedar el trauma de la Copa a pesar de que el Valencia fue recibido y despedido con pitos furiosos de su hinchada, incapaz de entender que sus chicos clau...

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El Valencia templó los nervios y se agarró a su sobriedad defensiva para salvar la hostilidad de Mestalla, de uñas con los suyos tras la eliminación copera ante el Guadix. En realidad, el grupo de Héctor Cúper mantuvo sus constantes vitales: firmeza detrás y efectividad delante, donde Carew suma sus goles por victorias. Lo enchufa todo. Vive en estado de gracia. Sin alardes, pero con solvencia. Como su equipo. Como casi siempre. Atrás parece quedar el trauma de la Copa a pesar de que el Valencia fue recibido y despedido con pitos furiosos de su hinchada, incapaz de entender que sus chicos claudicaran ante el humilde Guadix, el mismo que perdió ayer por 6-0 frente al Dos Hermanas, en la Liga de la Segunda B.

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El Racing era el rival propicio para olvidar las penas. Demasiado dependiente de la inspiración de Amavisca, el conjunto de Gregorio Manzano se limitó a defender el empate hasta que su propio portero desmoronó el castillo con un fallo decisivo. Después, cuando atacó, se vio con exiguos argumentos. Un error de portero belga Lemmens, al filo del descanso, dio cuerpo a la persistencia atacante del Valencia. Se le escapó el cuero a Lemmens y Carew lo cazó y lo envió a gol. El forzudo delantero ha cogido carrerilla y difícilmente perdona una de las tres o cuatro ocasiones que se le presentan a lo largo de cada partido.

El cuadro santanderino salió a defenderse y lo hizo ordenadamente, pero le perjudicó la lesión de Sietes, que obligó a Manzano a recomponer el esqueleto: entró Vivar Dorado de media punta y Morán se retrasó al lateral izquierdo y Amavisca al interior. Con la nueva estructura, se debilitó el Racing por este costado y lo aprovechó Ilie para desequilibrar. Está el delantero rumano hambriento de fútbol después de varios meses de abstinencia y pasea el balón con elegancia, de aquí para allá, inventando bellos pases y regates. En uno de estos quiebros se produjo el córner que originó el único gol.

Es curioso, pero la gente la ha tomado con Angulo, a quien no traga desde hace tiempo, y ha esperado a que fallara el penalti decisivo en Guadix para zurrarle la badana. Lo recibió con una pitada mucho mayor que al resto de sus compañeros y sólo el apoyo de la peña Gol Gran apaciguó las críticas. Jugó con una presión considerable y la superó con creces: firmó una actuación convincente.

Resquebrajada la cáscara racinguista, el Valencia rasgó la segunda parte con mucha comodidad. Ayala, Djukic y Pellegrino reinaban en la defensa y Carew minimizaba a sus marcadores, que suelen pasarlas moradas para pararle. No hay manera. El Racing apenas se acercó a los dominios de Cañizares, a pesar de que la entrada de Ismael le dio mayor circulación del balón. El Valencia se desentendió de la pelota y el empate lo tuvo a tiro Amavisca, pero su centro raso lo sacó milagrosamente Pellegrino al borde de la raya de gol.

Cúper retiró del campo a Ilie y eso al público no le gustó ni un pelo, pues sabe que el rumano es un incondicional del espectáculo. Manzano recurrió al colombiano Preciado como última esperanza. Vana, pues éste no llegó ni a rematar. El Valencia se agazapó y acabó de irritar a su afición, que lo despidió con pañuelos y almohadillas alzadas de indignación. Y eso que el Racing mostró una gran impotencia.

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