La juez limita a una falta el desplome de la cornisa del teatro Calderón

La titular del Juzgado de Instrucción número 37 de Madrid, que investiga la muerte de una joven de 18 años aplastada por una cornisa que se desprendió de la fachada del teatro Calderón, considera que los hechos no constituyen un delito de imprudencia, por lo que tramitará las diligencias como un mero juicio de faltas. La juez ha tomado esta decisión pese a que los peritos que examinaron el edificio hallaron graves anomalías en la estructura de la terraza desde la que se desplomó la cornisa.

El accidente ocurrió el 22 de enero del año pasado en la calle del Doctor Cortezo. El trozo de fa...

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La titular del Juzgado de Instrucción número 37 de Madrid, que investiga la muerte de una joven de 18 años aplastada por una cornisa que se desprendió de la fachada del teatro Calderón, considera que los hechos no constituyen un delito de imprudencia, por lo que tramitará las diligencias como un mero juicio de faltas. La juez ha tomado esta decisión pese a que los peritos que examinaron el edificio hallaron graves anomalías en la estructura de la terraza desde la que se desplomó la cornisa.

El accidente ocurrió el 22 de enero del año pasado en la calle del Doctor Cortezo. El trozo de fachada se desplomó sobre el coche en que viajaba la víctima, María del Carmen Alonso Bertol Luzardo, junto a otras tres personas, de las que dos resultaron heridas. La familia de la fallecida ha exigido verbalmente una indemnización de 25 millones de pesetas a las partes imputadas en este proceso. Se trata del arrendatario del teatro Calderón, el empresario de espectáculos y ventrílocuo José Luis Moreno, y los propietarios del edificio, María Delfina Muñoz y José Gabriel de la Torre, según fuentes de la investigación. Según un auto dictado por la juez Purificación Romero, que ha sido recurrido ante la Audiencia de Madrid, el desplome de la cornisa se debió a varias causas; entre ellas, "a la inadecuada conservación de los sumideros" de la terraza y a la ausencia de "vigilancia y saneamiento" de su estructura, que se fue deteriorando y agrietando con el paso del tiempo sin el adecuado saneamiento. Es decir, entró agua en las grietas de los muros, ésta se congeló y dilató los materiales. "Es el mismo efecto que se produce cuando metes una botella llena de agua en el congelador: el agua se hiela y se dilata. El cristal no aguanta el volumen y la botella se rompe", explicó tras el siniestro Fernando Macías, responsable del departamento de Edificación Deficiente del Ayuntamiento de Madrid.

En lugar de arreglar correctamente los sumideros de la terraza se optó por parchearlos y cubrirlos con yeso y cemento. Eso provocó que la estructura, ya debilitada, tuviera que asumir un mayor peso. El día en que ocurrió el siniestro, la lluvia que cayó sobre Madrid generó el desplome de la cornisa, que se precipitó sobre el coche en que viajaba María del Carmen cuando el vehículo estaba parado en un semáforo de la calle del Doctor Cortezo.

José María Stampa Casas, abogado del empresario José Luis Moreno, tiene claro que su cliente no es responsable del accidente. "Él tiene arrendado el teatro, pero no todo el edificio, en el que hay otros negocios y comercios con sus respectivos inquilinos. Él es responsable de conservar el local que acoge el teatro, pero no lo demás", sostiene con vehemencia. Los propietarios del edificio consideran, en cambio, que la conservación del conjunto del edificio compete a los inquilinos, según han declarado a la juez.

Ahora será la Audiencia de Madrid la que determine si las diligencias deben tramitarse como una simple falta o, como pretenden las víctimas y los padres de la fallecida, como un delito. Las compañías de seguros del teatro y de los propietarios del local no han aceptado aún la reclamación económica que plantea la familia de la víctima mortal por entender que supera lo establecido en los baremos legales sobre accidentes. Las negociaciones siguen.

El Consistorio ya descubrió en 1993 que el edificio del Calderón estaba en malas condiciones. Los inspectores de Urbanismo se percataron entonces de tres anomalías en el inmueble durante la denominada Operación Marquesinas, una revisión general de los edificios antiguos de la ciudad iniciada a raíz del desplome de la marquesina del cine Bilbao, que causó seis muertos y 11 heridos.

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