Entrevista:Ramón L. CapellaEmpresario y miembro del consejo asesor del Instituto Valenciano de la Exportación

"El PP no se atrevió a limpiar el Ivex"

Ha vendido muebles en todo el mundo. Se considera un exportador vocacional a pesar de estar retirado desde el año pasado. Considerado el creador programático del Instituto Valenciano de la Exportación, bajo la administración popular, Ramón Capella se muestra críticocon su funcionamiento cinco años después de la creación de este organismo público.

Ramón L. Capella, de 64 años, industrial del mueble retirado y creador programático del Instituto Valenciano de la Exportación (Ivex) -pertenece al consejo asesor de la sociedad pública desde 1996- reclama una vuelta a los orígenes del organism...

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Ha vendido muebles en todo el mundo. Se considera un exportador vocacional a pesar de estar retirado desde el año pasado. Considerado el creador programático del Instituto Valenciano de la Exportación, bajo la administración popular, Ramón Capella se muestra críticocon su funcionamiento cinco años después de la creación de este organismo público.

Ramón L. Capella, de 64 años, industrial del mueble retirado y creador programático del Instituto Valenciano de la Exportación (Ivex) -pertenece al consejo asesor de la sociedad pública desde 1996- reclama una vuelta a los orígenes del organismo público, que empezaría por el nombramiento de un consejo de administración experto en exportación y un director técnico.Pregunta. Usted vivió la creación del Ivex nada más llegar el PP al Gobierno de la Generalitat. ¿Qué tenía de malo Procova [sociedad de comercio exterior creada por el anterior Consell socialista]?

Respuesta. Cuando ni soñábamos con que el PP ganase las elecciones, pedí en la prensa la creación del Ivex. No me gustaba cómo funcionaba Procova y pedí un instituto con personalidad propia, que no fuese una terminal del Instituto de Comercio Exterior (Icex), en manos de gente que, desde Madrid muchas veces, no tiene ni idea de comercio exterior.

Ya pedí en 1993 a autoridades presentes o futuras que consideraran la posibilidad de crear un Ivex para potenciar la exportación valenciana. Luego, seis o siete personas fuimos invitados [en 1995] a una entrevista en el Ayuntamiento [de Valencia] con José Luis Olivas para presentar al PP un boceto de programa sobre comercio exterior. Mi programa fue el que más les gustó y el partido lo copió, prácticamente, con puntos y comas. Luego, ganaron las elecciones.

Anecdóticamente diré que, al día siguiente de las elecciones [autonómicas de 1995] hubo en Procova una reunión de ejecutivos y empleados de plantilla donde pusieron a buen recaudo a las madres de todos los que habían votado al PP. Este organismo continuó otros cinco o seis meses y recuerdo que durante mis viajes al extranjero había avisos en las delegaciones donde se me consideraba el enterrador de Procova, con recomendaciones para que no me ayudaran, bombardeándome personalmente.

En mi programa, que por no hacerse en los puntos esenciales, nos ha conducido lamentablemente donde estamos ahora, yo pedía que el Ivex tuviera un consejo restringido de ocho o diez personas, que no necesitaran el instituto porque habían demostrado sobradamente que eran líderes en exportación y que, sin una peseta de dieta, fueran los que controlaran el instituto. Esa idea le gustó al consejero de Industria [entonces Diego Such].

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P. ¿Qué pasó con su propuesta?

R. Cuando nació el Ivex, el PP nombró un consejo de administración y un consejo asesor. Pero el PP, más papista que el Papa, no se atrevió a coger la escoba y limpiar, y realmente en el Ivex siguió todo el equipo de Procova, puesto por la administración socialista. Me pidieron opinión sobre el entonces director [Juan Mir] y dije que me parecía bien. Con Mir estaba también José María Tabares, al que no le veía demasiado background en exportación.

Me llamó la atención la composición del consejo, donde el único que sabía de comercio exterior era Andrés Candela. Todos los demás eran personas respetabilísimas que los pusieron ahí por ser presidentes de cámaras de comercio o de otras instituciones, pero no era el consejo que proponía y que Valencia necesitaba.

En el consejo asesor, del que entré a formar parte, salvo el director general de Ford, Juan José Ubaghs, todos los demás eran directores de bancos, cajas, empleados de cámaras o del puerto. Gente muy honorífica, pero que no significaba nada para la exportación valenciana, y que se limitaban a ir una vez al año a un banquete o cóctel del Ivex.

P. ¿Tampoco le gustó el funcionamiento del nuevo instituto?

R. En mi propuesta, que hizo suya el PP, yo me negaba a que, tal y como hacía Procova y siguió haciendo el Ivex, éste cobrara comisiones por ventas. Lo considero inmoral. Segundo, creía que si el Ivex financiaba un estudio al 50% con una firma para exportar tenedores a Kenia, se entregara luego una copia a todos los fabricantes de tenedores de la Comunidad. Eso no se ha hecho.

P. ¿Qué pasó cuando José María Tabares sustituyó a Mir en la dirección del Ivex?

R. No me gustó su nombramiento, no lo veía un hombre de la exportación como Juan Mir, pero parece que Such hizo bandera de Tabares. En esa época se hicieron cosas bien y cosas mal.

P. Y el contrato a Julio Iglesias ¿le pareció bien o mal?

R. Tengo que romper una lanza a favor del contrato de Julio Iglesias. Cuando se hizo la promoción valenciana en Moscú, sí vi su actuación. Cuando eres exportador y sabes lo que cuesta hacer pedidos en el exterior y ves a alguien conocido mundialmente como Julio Iglesias diciendo 'Valencia es honrada, Valencia hace calidad, Valencia ha venido aquí porque quiere estrechar lazos con el pueblo ruso, compren ustedes productos valencianos'... No he visto ese contrato, pero si su coste no llega al cinco por diez mil de lo que exportó ese año la Comunidad, es ridículo que nos rasguemos las vestiduras. Fue un acto promocional muy bueno. Yo presencié el acto en Moscú y, si fueron 500 millones por el contrato, benditos sean. Por qué discutimos este cinco por diez mil cuando no discutimos los que nos cobran los bancos por el descuento de las operaciones de extranjero, que son tantos por ciento.

P. ¿Qué le parecía el equipo del Ivex?

R. Había mucho amiguismo. Nunca se hizo, pero yo pedí muchas veces un encuentro con los delegados del Ivex para que el consejo les preguntara, les pidiera opinión y también les exigiera. Por ejemplo, cuando se quiso cambiar la política de exclusividad para algunas empresas, ejecutivos del Ivex, para hacer fracasar la misión, inundaron las delegaciones extranjeras con miles y miles de catálogos sin seleccionar para hundir esa política de delegaciones. Nunca se debería vender para empresas sino hacer estudios sectoriales a los que todo el mundo tuviera acceso.

P. Usted ha hecho referencia antes a la falta de cualificación del consejo del Ivex. ¿Explicaría eso el escándalo en que se ha visto envuelto el instituto?

R. Me extraña mucho que el consejo en tanto tiempo no conociera la operación. Parece que en el auto [de archivo de la querella del Ivex contra Tabares por un supuesto quebranto económico de 1.000 millones] se dice que sí conocían el caso, pero con la habilidad del señor Tabares y la ignorancia por parte de los consejeros, sería un punto más del orden del día. Por eso yo pedí un consejo que controlara el Ivex y eso no ha existido todavía.

Me consta, por otro lado, que últimamente el affaire Tabares-Ford-Lagier tiene prácticamente absorbida la actuación de Carmen de Miguel. Hay poca actividad en los últimos meses en el Ivex, muy poca. Sería una pena tener que enterrar una magnífica idea como era el Ivex. Lo que hay que hacer es perfeccionarla y no poner un director general político sino uno que sepa de exportación.

P. ¿La pérdida de credibilidad del Ivex es insalvable?

R. Yo volvería sobre el proyecto inicial. Me olvidaría de empresas como Ford o IBM; a quien tenemos que apoyar es a las pymes, enseñarlas a exportar. Con la globalización, todos los sectores tienen que vender de un 35% a un 40% de su producción. Las empresas que no lleguen lo pasarán mal.

P. Y ahora ¿cuál es su relación con el Ivex?

R. El día 26 o 27 de enero me enteré por la prensa de que se había presentado el programa del Ivex del 2000 el día anterior. Le mandé entonces una carta a la directora general diciéndole que me consideraba cesado del consejo asesor ya que no había sido convocado al acto. Unos días después me respondió la secretaría que había sido un error de documentación. Pero tengo que decir que todavía no conozco como directora del Ivex a la señora Carmen de Miguel.

P. ¿Qué le parece el caso Ivex, ahora en los tribunales?

R. Sin entrar en si han desaparecido millones o no, censuro que el instituto tuviera que meterse en ninguna operación a la vista triangular con un gigante como Ford Motor Company. Son las empresas pequeñas las que crean empleo y riqueza en este país, y si en lugar de haber un consejo inexperto, hubiera habido un consejo de control con personas notables que no necesitaran el Ivex y no cobraran ni una peseta por cada reunión, sería diferente.

P. ¿Cuánto cobran los consejeros del Ivex?

R. No lo sé, ni me importa. Pero si cobran algo, mal hecho.

P. ¿Y el comité asesor?

R. El comité asesor recibe un bolígrafo o un reloj al año. Somos 62 personas. No tienen ni idea de exportación [el consejo de administración]. La culpa del caso Ivex está ahí. De quien nombró a esa gente, claro.

P. ¿Quien impuso los nombres del consejo del Ivex?

R. Es una suposición, pero creo que el pacto del pollo [del que salió el pacto de gobierno entre PP y UV gracias a la mediación de algunos empresarios] tuvo mucha culpa de las cosas que ocurrieron en Valencia.

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