El Alavés disfruta por primera vez en Mendizorroza, y ya es segundo

El Alavés se desmadró en Mendizorroza. Es imposible encontrar un partido de su última etapa en Primera División y descubrir cuatro goles a favor. Lo suyo siempre es el marcador ajustado, con poco gol. Tiene tan interiorizado el espíritu de sufrimiento inculcado por Mané que rara vez se permite lujos. Ayer se dio uno, o cuatro más bien que le suponen alzarse a la segunda posición en la Liga. No hay reparos que poner. Realizó un trabajo impecable. Pero hay una razón que explica tanto despilfarro goleador. El Oviedo, que había empezado el partido más entonado y dispuesto a olvidar que aún no ha m...

El Alavés se desmadró en Mendizorroza. Es imposible encontrar un partido de su última etapa en Primera División y descubrir cuatro goles a favor. Lo suyo siempre es el marcador ajustado, con poco gol. Tiene tan interiorizado el espíritu de sufrimiento inculcado por Mané que rara vez se permite lujos. Ayer se dio uno, o cuatro más bien que le suponen alzarse a la segunda posición en la Liga. No hay reparos que poner. Realizó un trabajo impecable. Pero hay una razón que explica tanto despilfarro goleador. El Oviedo, que había empezado el partido más entonado y dispuesto a olvidar que aún no ha marcado lejos de su campo, se desmoronó antes de la media hora como consecuencia de la jugada clave del choque. En un saque de esquina, Iván Ania detuvo el balón con la mano para evitar un gol. Originó el 1-0, a cargo de Javi Moreno (pichichi en solitario), y un desequilibrio monumental.El Alavés había sufrido en todas y cada una de las jornadas anteriores en Mendizorroza. Pero dejarle con un jugador más significa demasiada ventaja. Quien más lo agradeció fue Geli, que desde el lateral izquierdo canalizó gran parte del juego vitoriano.