El Celta sigue sin gol Los vigueses pagan su sequía ante el Estrella Roja y se obligan a marcar al menos dos goles en Balaídos

El Celta de Vigo no se salió con la suya en el pequeño Maracaná de Belgrado. El equipo gallego afrontará ahora un partido de vuelta de Copa de la UEFA en Vigo con la dificultad de remontar un siempre difícil y complicado 1-0 contra un rival peligroso.El entrenador del Celta Víctor Fernández optó por un sistema inédito, a base de tres centrales, Yago, Djorovic y Cáceres, y dos laterales, Velasco y Juanfran, en funciones de carrileros. En el centro del campo, Karpin intentaba llevar la batuta, tarea en la que no tuvo mucho éxito. Todo indicaba que el Celta temía al Estrella Roja o al ambi...

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El Celta de Vigo no se salió con la suya en el pequeño Maracaná de Belgrado. El equipo gallego afrontará ahora un partido de vuelta de Copa de la UEFA en Vigo con la dificultad de remontar un siempre difícil y complicado 1-0 contra un rival peligroso.El entrenador del Celta Víctor Fernández optó por un sistema inédito, a base de tres centrales, Yago, Djorovic y Cáceres, y dos laterales, Velasco y Juanfran, en funciones de carrileros. En el centro del campo, Karpin intentaba llevar la batuta, tarea en la que no tuvo mucho éxito. Todo indicaba que el Celta temía al Estrella Roja o al ambiente creado en torno al partido. Se hizo un planteamiento economicista, con la vista puesta en el partido de vuelta. Esto funcionó una hora, hasta que el Estrella Roja consiguió el único gol del partido.

FÚTBOL Copa de la UEFA

Rayo Vallecano: Keller; Alcázar, Ballesteros, De Quintana, Mingo; Glaucio (Helder, m. 54), Poschner, Quevedo (Iván, m. 70), Míchel; Bolic y Bolo (Setvalls, m. 88).Viborg: Onyszko; Hamm, Pedersen, Sorensen, Tengsted (Sennels, m. 10); Poulsen, Frandsen, Glerup, Winther (Norlund, m. 72); Hojer; y Fernández. Goles: 1-0. M. 18. Bolic recibe en la banda derecha, deja pasar el balón bajo sus piernas, se interna hacia la línea de fondo y saca un centro al segundo palo, donde Quevedo cabecea a la red. Árbitro: Dietmar Drabek (Austria). Mostró cartulinas amarillas a De Quintana, Glerup, Pedersen, Hamm y Sennels. Expulsó, con roja directa, a Poschner (m. 51) por un agarrón por detrás a Hojer cuando era el último defensor. Unos 7.000 espectadores en el Teresa Rivero. Partido de ida de la segunda eliminatoria de la Copa de la UEFA.

ESTRELLA ROJA 1 CELTA 0

Estrella Roja: Kocic; Markovic, Glogovac, Bunjevcevic, Lalatovic; Gvozdenovic, Illic (Lerinc, m. 77), Boskovic, Acimovic (Zoric, m. 60); Drulic (Bajcetic, m. 84) y Pjanovic.Celta: Cavallero; Velasco, Yago, Cáceres, Djorovic, Juanfran (Tomás, m. 69); Vagner (Doriva, m. 75), Karpin, McCarthy (Jesuli, m. 65), Gustavo López; Catanha. Gol: 1-0. M. 61. Bunjevcevic lanza en profundidad, por el centro de la defensa céltica, un balón a Drulic, que supera por velocidad a Djorovic y marca ante la salida de Cavallero. Árbitro: Eric Romain (Bélgica). Amonestó a Catanha, Boskovic, Juanfran, Glogovac, Markovic, Karpin y Lalatovic. Unos 50.000 espectadores en el estadio Crvena Zvezda, de Belgrado.

El equipo yugoslavo pareció la expresión palpable de la decadencia del país. Un Estrella Roja, que, con jugadores de todas las repúblicas yugoslavas, maravilló y llegó a ganar la copa de Europa en 1991, ha quedado reducido a un equipo vulgar, condenado a exportar carne de futbolista.

El gol del Estrella Roja sirvió para destrabar el partido. La entrada del esloveno Acimovic mejoró algo el juego del equipo local. Fue un espejismo que duró apenas cinco minutos, hasta crear una ocasión de gol que sacó Cavallero con la punta del pie. La hinchada, inasequible al desaliento todo el partido, cantaba unos versos que rimaban en serbio: "El estadio está lleno, las tribunas todas llenas, comed mierda, somos campeones".

Como si el Celta captase el cántico, reaccionó y al final ofreció un cuarto de hora de ese fútbol que sabe hacer y del que ayer se olvidaron con la mente puesta en conservar el 0-0 inicial y en esperar una ocasión de gol.

Llegaron los gallegos varias veces con combinaciones y pases hasta la portería yugoslava, pero no bastó. Era demasiado tarde. Justo castigo a un planteamiento basado en la perversidad de pensar en el partido de vuelta.

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