Mundial

Freire pone en juego su 'maillot' arco iris

El cántabro, en buena forma, declara la víspera de la prueba de fondo: "Pienso en ganar"

Óscar Freire sigue moviéndose en un Opel Corsa, sigue viviendo con sus padres en un piso de Torrelavega, sigue compartiendo habitación con su hermano pequeño y sigue llevando una cucharilla de postre y un cuchillo en el coche por si le entra el hambre y hay que asaltar en un súper los yogures o hacerse un bocadillo de chorizo. Exactamente igual que hace un año, pero con una pequeña diferencia, y no se trata de que gane 30 veces más. No. Óscar Freire hace un año hacía todas esas cosas, pero nadie lo sabía, a nadie le importaba. Hace un año Óscar Freire era un absoluto desconocido hasta para la ...

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Óscar Freire sigue moviéndose en un Opel Corsa, sigue viviendo con sus padres en un piso de Torrelavega, sigue compartiendo habitación con su hermano pequeño y sigue llevando una cucharilla de postre y un cuchillo en el coche por si le entra el hambre y hay que asaltar en un súper los yogures o hacerse un bocadillo de chorizo. Exactamente igual que hace un año, pero con una pequeña diferencia, y no se trata de que gane 30 veces más. No. Óscar Freire hace un año hacía todas esas cosas, pero nadie lo sabía, a nadie le importaba. Hace un año Óscar Freire era un absoluto desconocido hasta para la mayoría de los aficionados españoles, un joven que soñaba con darle al mundo una sorpresa, y hoy Óscar Freire es el campeón del mundo, una figura, un ganador conocido por todos. "Lo único que ha cambiado, en efecto, es la forma en que me ve la gente", dice Freire la víspera de un nuevo Mundial, 24 horas antes de otra carrera con la que sueña, perdón, una carrera que es la suya. "No, este año no sueño, este año tengo otra mentalidad, este año pienso en ganar".Óscar Freire y el Mundial. Una pareja indivisible. ¿Para qué sirve un maillot arcoiris como el que hoy, bajo la insistente lluvia bretona, en un circuito azotado por el viento, en una tierra en la que se ama el ciclismo, en Plouay, un pueblo de 5.000 habitantes en invierno, como el que hoy se pone en juego? ¿Cómo cambia la vida un maillot arcoiris como el que hoy querrán ganar en Bretaña grandes ciclistas aún huérfanos, Bartoli, Bettini, Tchmil o el hijo del caníbal Axel Merckx? ¿Por qué es el Mundial, esa prueba que se corre por selecciones, ese anacronismo sobre ruedas, una carrera distinta? Freire, 24 años, de Torrelavega, ciclista anónimo hasta hace un año, puede responder. Responde: "Nadie es profeta en su tierra". Freire, hace un año, la víspera del Mundial de Verona, la víspera de su Mundial, estaba buscando equipo. A Manolo Saiz se lo ofrecieron, allí, en la barra del bar del hotel de Verona. Era barato. No llegaba a los cuatro millones por año. No le quisieron. Si hasta muchos directores, incluido el suyo, criticaron que se le incluyera en la selección porque sólo había corrido 14 o 15 días ese año. "Pero gané el Mundial y tampoco los equipos españoles se pegaron por mí. En España todos te dicen espera, espera, espera, espera y nada. Nadie es profeta en su tierra, qué gran verdad", repite Freire. "Pero me alegro de que no me quisieran, porque al final todo ha salido bien. Sólo dos personas han apostado por mí. Una es Squinzi, el patrón del Mapei, el equipo que me fichó; la otra es Paco Antequera, el seleccionador, que me llevó al Mundial pese a las críticas".

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¿Qué sería de Freire sin Antequera, el seleccionador? "Si no fuera por Antequera sería muy diferente, no tanto como para haberme quedado en el paro o en un equipo malo, pero sí diferente, aunque tengo claro que este año también lo habría hecho bastante bien", reflexiona Freire, el corredor para el que hoy trabajarán 11 compañeros. "Porque estoy seguro de que el año pasado no gané tantas carreras como éste simplemente porque apenas corrí, sólo por eso. Y seguro que éste habría ganado también nueve aunque no fuera campeón del mundo, lo que he ganado en facilidad de colocación lo habría suplido con el efecto sorpresa". Antequera. Un técnico criticado este año porque, dicen, la selección no es la mejor posible. Y Freire, que sabe de lo que habla. "Estoy totalmente de acuerdo con la selección y con el seleccionador", declara el campeón del mundo. "El año pasado apostó por mí, y este año sigue apostando por los jóvenes, por Haimar, por Eladio, que estuvieron conmigo en el Mundial sub 23 de San Sebastián, cuando gané la plata, y también habría traído a Mancebo, otro de aquel Mundial, si no hubiera corrido Giro y Tour. Y la selección nos sentimos como el año pasado. Quizás no hayan venido las figuras, los de primera fila, pero han venido los que tienen ganas de correr, y la ilusión en estos casos es más importante que la calidad".

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