Sydney 2000

Abran paso, llega Johnny Pistolas

José Antonio Hermida logra el cuarto puesto en 'mountain bike'

Cuidado. Un loco peligroso anda suelto. Va de azul y blanco y monta una Bianchi. En su cara, al lado de una sonrisa permanente, brilla la determinación en sus ojos. Cuidado. No parará hasta conseguir su objetivo: adelantar a todos. Están avisados. Cuídense: este chico puede con todo. Un impreso con un texto más o menos así debía de haber circulado ayer entre los participantes en la prueba masculina de mountain bike junto a las instrucciones entregadas para protegerse de las serpientes venenosas, pajarracos agresivos y otros bichos exóticos que circulan por la Granja de Fairfield, por do...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Cuidado. Un loco peligroso anda suelto. Va de azul y blanco y monta una Bianchi. En su cara, al lado de una sonrisa permanente, brilla la determinación en sus ojos. Cuidado. No parará hasta conseguir su objetivo: adelantar a todos. Están avisados. Cuídense: este chico puede con todo. Un impreso con un texto más o menos así debía de haber circulado ayer entre los participantes en la prueba masculina de mountain bike junto a las instrucciones entregadas para protegerse de las serpientes venenosas, pajarracos agresivos y otros bichos exóticos que circulan por la Granja de Fairfield, por donde se dibujó el circuito de mountain bike. Sí, entre los animales peligrosos para el hombre estaba él, José Antonio Hermida, el joven español que acabó cuarto. Y eso que se cayó y se le dobló la cadena justo cuando iba a atacar. Terminó cuarto entre todos los monstruos sagrados de la bicicleta de montaña, por delante de su admirado suizo Thomas Frischknecht y del querido por los australianos Cadel Evans, y del anterior campeón olímpico, el holandés Bart Brentjens, por ejemplo; y por detrás sólo del ganador, Miguel Martínez, francés, sí, el hijo de Mariano Martínez, aquel ciclista con gafas que se lució en los Tours de comienzos de los 70 y al que los españoles siempre llamábamos el francés de Burgos, del belga Filip Meirhaege y del suizo Christoph Sauser. Entre ellos, entre todos los monstruos, él, el más joven de todos, campeón del mundo júnior hace cuatro años, campeón del mundo sub 23 hace unos meses, y ahora, a los 22 años, ya cuarto en unos Juegos Olímpicos.Llegó cuarto Hermida y fue todo un espectáculo, con las manos a modo de pistolas sacadas de las cartucheras disparando a diestro y siniestro. Apártense, que llega Johnny Pistolas. "Y más les tendría que haber asustado. Yo no me corto con nadie".

Hermida, hablador y extravertido. Hiperactivo. Pero cuando hay que hacer oficio, a hacer el oficio. "Al comienzo de la carrera me sentía muy bien, muy fuerte. Tan bien que me tuve que parar, frenarme, porque si me dejo me pongo el primero desde el comienzo, como hizo Frischknecht, y reviento la carrera, pero claro, también reviento yo". Así que se aguantó, que no es más que una forma de hablar. En mountain bike, no hay forma humana de reservarse. "Vamos al 100% todo el tiempo, con el corazón a más de 180 pulsaciones. No hay reposo. Y los días que estás mal, a mitad de los 50 kilómetros ya no puedes más, pero si estás bien, terminas tan fresco". Tan fresco terminó Hermida, el chico de Puigcerdá (Girona) nacido para hacer deporte. "Vivo cerca de La Molina y he practicado todo tipo de deportes. Luego me tomé más en serio el monopatín, pero me enganché a la mountain bike porque la usaba para moverme por ahí. Y he degenerado en profesional".

Sobre la firma

Archivado En