ATLETISMO Sydney 2000

Japón cumple su gran sueño

Takahashi gana por ocho segundos de diferencia y concede a los nipones su primer oro en maratón

Japón es el paraíso maratoniano y, sin embargo, nunca había conseguido un oro olímpico. En el gigante económico asiático, las carreras de larga distancia atraen atletas de todo el mundo, patrocinadores y multitud de entendidos. Grandes rivalidades entre empresas, fichajes millonarios, ojeadores profesionales que recorren el mundo buscando talentos, todo vale. Pero, aunque las enciclopedias antiguas dicen que el maratón de 1936, el del esplendor nazi en Berlín, lo ganó un japonés llamado Kitei Son, la realidad no es otra que aquel héroe era un coreano, Sohn Kee-Chung, obligado por los invasores...

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Japón es el paraíso maratoniano y, sin embargo, nunca había conseguido un oro olímpico. En el gigante económico asiático, las carreras de larga distancia atraen atletas de todo el mundo, patrocinadores y multitud de entendidos. Grandes rivalidades entre empresas, fichajes millonarios, ojeadores profesionales que recorren el mundo buscando talentos, todo vale. Pero, aunque las enciclopedias antiguas dicen que el maratón de 1936, el del esplendor nazi en Berlín, lo ganó un japonés llamado Kitei Son, la realidad no es otra que aquel héroe era un coreano, Sohn Kee-Chung, obligado por los invasores japoneses a cambiarse de nombre.Una gran vergüenza histórica hasta que ayer una extraordinaria atleta llamada Naoko Takahashi ganó el maratón, estableciendo un récord olímpico: 2h 23m 14s. Fue una marca increíble en un circuito que, según los expertos, es el más duro que nunca ha habido en unos Juegos. Las corredoras gozaron, sin embargo, de una excelente temperatura, inferior a los 20 grados.

La carrera, endurecida desde el comienzo, se convirtió en un duelo entre Takahashi y Lidia Simon. La rumana. de sólo 27 años, es un caso único, una atleta que ya desde el comienzo se decantó por el maratón, en vez de pasarse a él llegada la madurez: corrió el primero a los 21 años. Cuando Simon se quedó junto a la japonesa, sólo tenía una idea en la cabeza: resistir todo lo posible, no perder ni un metro. La victoria sería suya porque su final es imparable. En un duro repecho, la japonesa atacó y distanció a la rumana en más de medio minuto. Pero pagó el esfuerzo y entró rota en el estadio, con la rumana finalmente a sólo ocho segundos.

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